Brecha digital y educación
lunes 07 de mayo de 2012, 08:03h
Corea
del Sur es el primer
país del mundo
en que los estudiantes de
enseñanza secundaria (14 y 15
años) utilizan más ordenadores conectados a internet en las escuelas. Seguro que
no es casualidad que este país
ocupase el segundo lugar en
el último informe Pisa en comprensión de lectura -después de la
ciudad de Shanghái (China), que quedó en el primero-. En
esas mismas pruebas, por tener
algunos elementos más de referencia, Estados Unidos ocupó el
puesto 17, España el 33, y Chile, el 44.
Si los políticos
de los países
citados no toman cartas inmediatas
en el tema, la brecha de
aprendizaje entre los estudiantes surcoreanos y los demás, aún se
ampliará mucho más, ya que el
gobierno surcoreano anunció el verano
pasado que invertirá 2.000 millones de dólares en dos años para dar a todos los niños de primaria,
tabletas gratuitas conectadas a internet. Su objetivo es reemplazar
los contenidos de los libros de texto por contenidos digitales multimedia. El
plan se extenderá a todos los estudiantes
de secundaria en 2015.
Pasado y futuro
Podría
argumentarse que una
medida de esa índole supone una
verdadera ruptura pedagógica con
varios siglos de tradición didáctica que nos ha llevado
desde la era Gutemberg hasta nuestros días. Efectivamente, es así,
pero algo parecido sucedió, en otro ámbito,
con los monjes de siglos
anteriores -verdaderos depositarios del
saber de la época- cuando se pasó del
códice al incunable, del
manuscrito a la tipografía.
En
nuestro caso, además, puede decirse que
las dificultades económicas han
llegado ya a la educación y pensar, en estos momentos, en tabletas
digitales para nuestros más jóvenes
estudiantes es un sueño de "Las mil y una noches". Es cierto, pero ese camino es tan real como inevitable porque, de hecho, ya estamos transitando de
forma irreversible del diario en papel
al diario digital y en el
campo de la enseñanza el proceso no será muy diferente. No es que vayan
a desaparecer de la noche a la mañana
los libros impresos, no. Pero su número
se verá reducido paulatina
e inexorablemente, para unos
(los lectores) y, si no se
adaptan rápidamente, será de forma
dramática para otros, los
editores, que tendrán que sustituir el papel, la impresión y la
distribución por las tecnologías multimedia que hacen el aprendizaje más
divertido y más eficaz.
No hay que engañarse, sin embargo, con los fuegos de artificio de la tecnología porque, al mismo tiempo que se sustituyen unos medios instrumentales
por otros, hay que dedicar más
tiempo al aprendizaje y recuperar la
cultura del esfuerzo. El secreto del éxito de los estudiantes surcoreanos
probablemente estribe también en
que estudian más y no solo porque usen
ordenadores. Todos los niños surcoreanos pasan más de 12 horas diarias
estudiando en la escuela y en el hogar, y su año escolar tiene 216 días,
mientras que en los Estados Unidos dura
180 días y en la mayoría de los países
latinoamericanos, la duración del curso
escolar es aún menor.
Solo la combinación de esfuerzo
económico e instrumental para dotar
de los medios adecuados a nuestros estudiantes y el rescate de la cultura del esfuerzo, por
otro, pueden sacarnos a medio plazo
del pozo
en que está hundida, al menos en el último cuarto de siglo, nuestra
educación.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
|
|
|
|