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Reflexiones sobre San Isidro 2012 por otro Campuzano... Antonio

Reflexiones sobre San Isidro 2012 por otro Campuzano... Antonio

El periodista y crítico taurino Antonio Campuzano -de apellido tan torero y olé, pero que no es familia de la saga de coletudos con este apodo, realmente no se llaman así- analiza con seriedad y rigor, cual corresponde a su postura sobre la Fiesta algunas interesantes cuestiones sobre este hasta ahora pésimo San Isidro.
1.- Qué hacer a mitad de faena en Las Ventas, si no existe el espectáculo?

Esaú Fernández, en la segunda de feria, confirmó la alternativa. Recibió a porta gayola a sus dos toros de Montalvo, puso de su parte cuanto estaba a su alcance sin obtención de resultado alguno. Momento Ventas: a mitad de la faena de su primer oponente, se produce el divorcio entre matador y toro, ante la invalidez de animal. El público reprende, el torero, preso de un contrato, precisamente el primero en Madrid, quiere seguir. El sevillano de Camas, como un becario, en prácticas, quiere ser honrado y continuar en la defensa del contrato. El respetable no entiende contratos: silba, palmas de tango, reivindicación de la prontitud, de la brevedad. Así hay muchas faenas en Madrid. Duda existencial: el torero se agarra a la justificación. El omnipotente público impone su soberanía con violencia verbal y ruido. Y furia. Mejor abreviar.

2.- Sigue siendo el último tercio la asignatura pendiente de las escuelas taurinas?

Cuarta corrida. Toros de Valdefresno y El Vellosino. Del primer hierro le tocó en suerte un toro a Juan del Álamo. Torero salmantino muy novel, muy bajo de agujas humanamente hablando, exhibió formas muy canónicas y corrió la mano derecha con mando, capacidad y desenvoltura. Muy armónico en la tarea de citar y desplazar al toro para quedar bien colocado, recordaba al Miguel Márquez de los setenta, Niño de la Taurina de los ochenta, ese tipo de toreros que no llegan a disparar a lo más alto del escalafón, pero que pueden habitar un interesante espacio. Todo iba bien, pero llegó la hora de matar. Resultó extraordinariamente a lo esperado por todos, público y espada incluidos. Tardó en encontrar terrenos, montó mal la espada, precipitación más tarde y mala ejecución, después. Los novilleros se placean mucho, pero queda como muy pendiente de aprobar la prueba de la suerte suprema. Parece que despreciada por profesores y mentores. Se matan muy mal los toros y se pierden muchas expectativas. Una asignatura clave, pero muy olvidada.

3.- Es necesario el tipo de torero que representa Julio Aparicio?

En la sexta de feria, con toros de El Ventorrillo, reapareció en Madrid Julio Aparicio, tras la desgracia de hace dos temporadas. Las imágenes que proyectó Aparicio fueron las de la inseguridad, el pánico medular, la descolocación, la desubicación. Allá donde estaban sus toros, Aparicio parecía un añadido que sólo aportaba descrédito y marginalidad. Cuanto hacía no era tauromaquia, era quitarse, era huida y manifestación de querer que el tiempo pasase cuanto antes. Si se tratase de un toreo nuevo, hubisese significado el final de su biografía taurina. Pero se trata de Julio Aparicio, con otro compromiso pendiente en el abono. Por derecho propio, este protagonista negativo ha dado una de las más bella lecciones de toreo en esta plaza ante el toro de Alcurrucén, hace ya muchos años. Es decir, pertenece a la ya larga lista de la representación artista. Por tanto, esa mitología debe pervivir. Y en esa leyenda Aparicio tiene un hueco, el del beneficio de la duda. Evítense cargas negativas para engrosar el olvido de esta tarde y recargar las esperanzas en su próxima comparecencia. Aparicio es capaz de dar la vuelta al mundo en muy pocos días. Al tanto.

4.- Es tan importante la concepción de las faenas?

Que se lo pregunten a Iván Fandiño, en la séptima de feria, la corrida de la Prensa. Cuando el peso de una tarde agria, con cinco toros antes de su toro que cerraba plaza, era ya insoportable, vio las condiciones del ejemplar de Montecillo. Y se lo llevó con toda su condición de manso a los medios, pero en terrenos de sol, para administrarle un trasteo de unidad, de estudio y de pedagogía. Series y series sobre la mano derecha, con sus necesarios desahogos, hasta ejercer el poder sobre un toro que no quería que le hiciesen lo que el toreo estaba haciendo. Ejercicio de sabiduría y de madurez en la profesión, incluida la suerte final. Dio toda la impresión de negación de espontaneidad. Lo que estaba haciendo era pensado y bien pensado. Triunfo.