No nos defrauden, por favor

Lo hemos dicho bastantes veces: era, es, un clamor de la ciudadanía la petición de que los dos políticos más importantes del país, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, con veintiun millones de votos a las espaldas entre los dos, se encontrasen y llegasen a algunos acuerdos. Por fin, ha sido el presidente del Gobierno -se ha anotado un tanto con ello- quien primero ha dado su brazo a torcer, tras nueve meses de ignorarse ambos, y ha llamado al jefe de la oposición. Y Rajoy, claro, ha dicho que irá, viernes 22, día en el que expira un sedicente ultimátum de ETA sobre el proceso de paz. Una jornada en la que, además, corren rumores de que tendremos un comunicado de la banda del terror quién sabe si abriendo un paréntesis a la tregua. Rumores, solo rumores, pero el caso es que ZP ha fijado el viernes 22 para el encuentro con un Rajoy con el que ni se entiende ni quiere, en verdad, acercarse. Como tampoco Rajoy ha querido últimamente propiciar cualquier aproximación al jefe del Ejecutivo. Al menos, hasta ahora.
 
Sin embargo, a los ciudadanos nos importa poco si se tienen o no simpatía los señores Zapatero y Rajoy, que tantas decepciones nos han dado a lo largo de los dos´años y medio últimos. Queremos, a cambio de votarles y pagarles para que estén ahí, en el coche y en el machito oficiales, que solucionen nuestros problemas, no que contribuyan a crearlos. Así de duro suena, y así de duro debería sonarles a nuestros políticos el hartazgo popular ante sus personalismos, tozudeces y dislates. Tras nueve meses de nada con sifón, los españoles tenemos derecho a esperar resultados concretos de esa reunión del próximo viernes. No solamente buenas palabras, no promesas de que se crearán comisiones bilaterales (eso ya se lo dijeron mutuamente, y nada ocurrió), no postergar acuerdos para el año que entra. No. Hay que pactar diversas cuestiones fundamentales que no pueden esperar. Que no queremos que esperen.
 
Por ejemplo:
-La futura composición del Consejo General del Poder Judicial. Que ya está en funciones, y excediéndose en sus atribuciones por tanto (por ejemplo, el enfrentamiento con el Supremo a cuenta de la reiteración en presentar a Gómez Bermúdez como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional).
-Aspectos urgentes de la reforma constitucional. De la propuesta por los socialistas y de la propuesta por el PP.
-Aspectos legales mejorables: en materia penal y de lucha contra la corrupción urbanística y el fraude fiscal, por ejemplo.
-Ofensiva exterior ante la UE. El PP debería ser invitado a 'cumbres' como la que Zapatero ha convocado en Madrid en enero sobre la Constitución europea.
-Estatutos de autonomía pendientes, señaladamente el canario y el gallego.
-Lucha contra la inmigración ilegal.
-Profundización de la democracia: legislación sobre financiación de partidos, desbloqueo de las listas electorales.
-Proceso de paz en el País Vasco.

Porque no solamente de este proceso, palabra que hoy por hoy ni siquiera acepta el PP, hay que tratar en exclusiva en esta primera cumrbe monclovita en nueve meses nada menos. Por muy importante que hoy nos parezca este proceso, que Zapatero ha convertido en el eje de toda su política.
 
Insistimos: son apenas ejemplos de cuestiones urgentes, que deben ser resueltas con el concurso de los dos grandes partidos nacionales. Llegar a pactos concretos sobre todas estas materias no haría sino engrandecer la estatura política de los dos interlocutores del próximo viernes en La Moncloa.
 
Claro que no estamos muy seguros de que podamos esperar resultados concretos de este encuentro, al que, lógicamente, todos conceden una gran importancia... potencial. En fin, de utopías también se vive.