martes 24 de julio de 2012, 13:46h
Aunque parece que se ha pasado un poco la fiebre de reclamar el IBI a la
Iglesia -católica por supuesto-, que volverá a ser noticia cuando interese, el
alcalde socialista del municipio de Amoeiro (Ourense, 2.500 habitantes) encabeza
la primera petición formal para el cobro del IBI por unas propiedades
eclesiásticas no exentas de pagarlo. Parece que el regidor ha estudiado
concienzudamente la legislación, ha buceado en los registros y aunque casi
todas esas propiedades eclesiásticas son fincas sin uso cuyo valor ronda los
100 euros, ha reclamado el pago de los recibos de 2010 y 2011 más
penalizaciones por atrasos, lo que hace una "factura" de 3.000 euros. La
Iglesia dice que legalmente no corresponde y decidirán los jueces. Todo
correcto.
Creo que la Iglesia debe pagar los impuestos que le corresponden y que
debe recibir las ayudas que tocan para el mantenimiento de edificios,
instalaciones de uso social, educativas, etc. Las del IRPF son voluntarias y
hay muchos millones de ciudadanos que hacen un acto expreso de voluntad que no
se exige ni se permite para financiar a partidos o a sindicatos. El alcalde de
Amoeiro dice que "la Iglesia nunca arrimó el hombro" y ahí patina. Y más ahora que con la crisis, porque
la Iglesia lleva años haciendo la cobertura social que el Estado, las
comunidades autónomas y los ayuntamientos han dejado de hacer. No sólo Cáritas,
aunque esa es la punta de lanza, el "Ministerio social" más importante en la
España de hoy.
Los hombros de la Iglesia están cargados de atención a los inmigrantes,
con y sin papeles; a las mujeres victimas de violencia de género y a las que
quieren ser madres; a los desempleados que no tienen ya subsidios ni ayudas; a
los que carecen de techo; a los que tienen una carrera y tenían un empleo pero
ahora se han quedado también a la intemperie; a los enfermos, incluidos los del
SIDA; a los mayores abandonados a su suerte por ciudadanos irresponsables; a
las personas con discapacidad física o psíquica. Más de 4 millones de personas
atendidas en 5.000 centros cada año. Los miles de voluntarios de Cáritas y de
otras ONGs pueden explicar al alcalde de Amoeiro y a otra mucha gente dónde
arrima el hombro la Iglesia en tiempos de precariedad. Y no solo aquí. La película "Elefante blanco"
muestra bien a las claras dónde arrima el hombro la Iglesia. En todo el mundo,
gracias también a 18.000 misioneros españoles, y aquí en España.
El señor alcalde de Amoeiro podía haber ido a ver al cura de su pueblo y
pedirle, además de dinero, ideas para trabajar con los más desfavorecidos. Seguro
que se las da. O promover campañas como la del Colegio de Abogados de Sevilla
que junto con otros colegios sevillanos
ha pedido a sus colegiados que den un euro mensual para Caritas. Pretenden
recaudar 9.000 euros cada mes. Cada euro que invierte la Iglesia en solidaridad
rinde 2,35 en un servicio equivalente en el mercado y seguramente cinco veces
más de lo que logran muchos ayuntamientos o entidades públicas. Puede y debe
hacer más, pero el hombro está siempre para la acogida, la solidaridad y la
esperanza.