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Y te vas y no te has ido

Y te vas y no te has ido

lunes 03 de septiembre de 2012, 11:46h
La primera incógnita a despejar es si el jefe además de la piel morena trae también oscuras las intenciones. Aunque antes habrá que haber salido victorioso de la cruenta batalla diaria con el despertador, cuyo sonido suena todas las mañanas, cinco días a la semana, pronto, muy pronto, como un Réquiem de Mozart pero interpretado en plan cacerolada. Aunque los mas modernos la tendrán con el móvil tras porque no encuentran  politono adecuado que haga llevadero el despertar de nuevo y con tanta regularidad al trabajo. Aunque bendita vuelta cuando aún conservas un jefe que te de órdenes y tiene sentido que el móvil o el despertador te quiten el sueño para reincorporarte a la jornada laboral y no sean solo una llamada de atención para que no olvides que, un día mas y sin perder la moral, debes enviar curriculums, hacer llamadas que casi nadie atiende o apurar en tu imaginación para encontrar a alguien al que puedas intentar seducir con ese ensayado discurso de "tengo experiencia, conozco mi oficio, soy muy trabajador  y además muy eficiente" que estas harto de salmodiar sin que tenga receptividad alguna porque sigues sin trabajo. 

Es casi tan duro como abrir el buzón, tras bajar en el ascensor y cuando llegar al portal, porque te aguarda repleto de facturas cargadas con tres puntos mas de IVA. Esa es la cuestión, saber quien va a pagar tus facturas, de dónde van a salir los ingresos con las que hacerlas frente. Porque para esa aventura de supervivencia no hay rescate europeo ni bancario ni autonómico que valga. Estas mas solo que la una para dar la cara ante tu deuda y tu déficit. Aunque, ¡maldita sea la gracia! tu si que debes pagar  las consecuencias de todos esos rescates afrontando  impuestos mucho mas altos, recibiendo menores ingresos y además sabes que te van a ayudar bastante menos unos servicios públicos que antes te protegían o te hacían la vida mas fácil y que ahora o no están a tu disposición o son peores.

Aunque la verdad es que todo esto ya lo tenias interiorizado mucho antes de que sonara con estruendo el maldito despertador o el implacable móvil o bajaras al portal y abrieras el buzón. Ha sido simplemente como un despertar de una noche de duermevela. Solo una leve apariencia de nueva realidad. Que de poco han importado las altas temperaturas, los chapuzones ocasionales en el mar o el senderos no por la montaña los días que te hayas podido permitir -y eso si has podido-. Porque ni un solo día has dejado de ser consciente de que todo nos va peor, sea en cada casa o en el país entero y que lo que mas hay que temer son las promesas o las insinuaciones de que "no habrá mas recortes, lo ultimo que tocaremos son las pensiones, son reformas para optimizar los servicios públicos, las asistencia a los parados, las prestaciones sanitarias, la atención en las aulas..." mas que tranquilizar dan pánico. No, en eso no hay reentré. Nunca nos llegamos a ir. En el fondo podrás haberte marchado unos días  pero realmente nunca te has ido. Por eso esta mañana, antes de saltar de la cama, te sentiste casi más cansado que cuando te acostaste y la sensación es que tendrás que recuperarte del sueño perdido. Te parecías mucho a la enigmática mujer que pintó Edward Hopper, en "Sol de la mañana", cuadro que aún puedes admirar en el Thyssen-Bornesmisza. Como tú en tu primer momento del día, en tu primer día después de la vuelta, está inmóvil  y mirando  por la ventana, en plena indecisión entre quedarse quieta y otear la que le espera  o decidir  que no merece la pena moverse y salir a la calle. Aunque, al menos, a la mujer de Hopper  siempre le espera una soleada mañana.
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