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Metonimias

Metonimias

miércoles 07 de noviembre de 2012, 16:14h
"Roma locuta est, causa finita est". El TC se ha pronunciado sobre la constitucionalidad del matrimonio homosexual amparando el uso de ese término. Ahora falta que la RAE lo cambie en su diccionario. Pero aún rezongan los disconformes, como el Ministro del Interior o La Gaceta, mascullando lo de "pero yo tenía razón". "¡Coches sólo son los tirados por caballos!" Rugía colérico mi bisabuelo carpetovetónico. "¡A quién se le ocurre llamar "coches" a esos engendros mecánicos apestosos! ¡El diccionario no dice nada de esas máquinas infernales!".

Los más pedantes se aferran a la etimología; razonando con lo de "madre" y "mono" por aquello de que no hay más que una. Por lo cual sin una sola madre no habría posibilidad de "matrimonio"; eso abre todo un abanico de posibilidades a la poliandria, modalidad matrimonial en la cual una mujer dotada de infinita paciencia y un lugar reservado en el cielo aguanta a múltiples maridos simultáneamente. 

Azafata o azafate era la palabra usada hace siglos para una bandeja o cesta, en la una sirvienta sostenía con reverencia los vestidos de la reina; por metonimia paso? a designar a la propia criada. Cuando la aviación comercial despega en el siglo veinte se hace necesario aplicar conceptos de otros mundos a las nuevas realidades; a los aviones se sube por babor, es decir por la izquierda según miramos al frente, del mismo modo en que se subía a los caballos o se accedía a los carruajes que gustaban a mi bisabuelo. Y se tomaron prestadas las palabras piloto, tripulación o embarque, de rancio aroma a salitre. Y para atender a bordo a los pasajeros resucitó la palabra azafata o azafato, aunque ya no era una bandeja; y al otro lado del Atlántico se decidió, sin que eso supusiera cambiar ningún concepto, aeromoza o aeromozo. 

"Res publica", de "res", cosa o asunto y "publica" de "populus", pueblo designaba a los asuntos de pueblo, al Estado, y así la usaba Maquiavelo, quien también hablaba del Príncipe en el sentido etimológico de "princeps", o primer ciudadano, y no el segundo, aunque nadie haya oído al Ministro del Interior ni a La Gaceta reprobar públicamente el uso del término aplicado al Príncipe de Asturias.

Ahora que estamos en otoño conviene recordar las palabras de Horacio: "Al igual que los bosques mudan sus hojas cada año, pues caen las viejas, acaban la vida de las palabras ya gastadas, y con vigor juvenil florecen y cobran fuerza las recién nacidas... Renacerán vocablos muertos y morirán los que ahora están en boga, si así lo quiere el uso arbitrario, juez y dueño en cuestiones de la lengua".
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