Como suele hacer todos los domingos con ocasión del rezo del ángelus --a las 12.00 horas--, el Romano Pontífice hizo estas declaraciones desde la ventana de su estudio personal, situada al lado derecho de la plaza de San Pedro, justo después de la ceremonia de beatificación.
Primero dirigió un mensaje a todos los fieles católicos, mientras que el saludo especial a los peregrinos españoles tuvo lugar después del rezo del Ángelus, junto a las palabras que dirigió a los fieles de otras nacionalidades que también se habían congregado en la plaza.
Los peregrinos acogieron el mensaje pontificio con gritos y aplausos, hondeando banderas de España y de diversas Comunidades Autónomas.
El Papa, que pronunció su saludo en español, hizo hincapié en el testimonio de los mártires, que "ilumina nuestro camino espiritual hacia la santidad" y "alienta" a los cristianos a ofrecer sus vidas "como ofrenda de amor a Dios".
La inscripción en la lista de beatos de "un número tan grande de mártires demuestra que el supremo testimonio de la sangre no es una excepción reservada únicamente a algunos individuos, sino una eventualidad realista para todo el pueblo cristiano".
Sin embargo, consideró que "existe otro tipo de martirio incruento, que no es menos significativo", el llamado "martirio de la vida ordinaria", que ahora, "es más importante que nunca en la sociedad secularizada de nuestro tiempo", agregó.
En concreto, el Papa se refirió al ejemplo de Celina Chludzinska Borzzcka, esposa, madre de familia viuda y religiosa que fue ayer beatificada en Roma. Ella representa el testimonio "silencioso y heroico de tantos cristianos que viven el Evangelio" "cumpliendo su deber y dedicándose generosamente al servicio de los pobres", señaló.
Asimismo, manifestó su deseo de que "la fecundidad" de los mártires recién beatificados "produzca abundantes frutos de vida cristiana" y sea "semilla de santas y numerosas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras".
Polémica
Entre los 498 nuevos 'beatos' que la Iglesia católica proclama este domingo de forma masiva en Roma como 'mártires de la guerra civil' hay uno, el sacerdote agustino
Gabino Olaso, que participó en torturas a disidentes en Filipinas, incluidos otros curas, cuando ejercía de misionero en dichas islas. En cambio, otros religiosos que fueron asesinados por falangistas y miembros del bando franquista han sido excluidos por la Conferencia Episcopal Española. La prensa nacional e internacional, incluso algunos medios católicos importantes, es muy crítica con esta beatificación masiva del bando franquista.
Importantes medios de comunicación católicos, como
La Libre Belgique, de Bélgica, y
National Catholic Reporter, de Estados Unidos, publican reportajes muy críticos con esta beatificación masiva, la primera en toda la historia de la Iglesia católica, de la que sin embargo estará ausente el Papa
Benedicto XVI.
La Libre Belgique titula en su edición de este domingo:
"El franquismo, beatificado". Y
John L. Allen, columnista semanal de
National Catholic Reporter, se hacía eco el pasado 12 de octubre del testimonio escrito del sacerdote filipino
Mariano Decanay, simpatizante de la disidencia que quería que los españoles abandonasen la que entonces era colonia española en Asia, que acusaba al agustino
Gabino Olaso Zabala de haber promovido torturas a los disidentes y a la del propio Decanay. Años después, en agosto de 1936, Gabino Olaso fue 'ejecutado' por el bando republicano en la Guerra Civil española.
"Conocer que alguien que será beatificado por Benedicto XVI fue un participante activo en una tortura puede ser desconcertante (...) muchos se preguntarán si la Iglesia está enviando un mensaje equívoco al beatificar a alguien que aparentemente torturó a otros”, escribía Allen en su extenso artículo, del que se han hecho eco recientemente algunos medios españoles, como el gratuito
20Minutos o el digital
elplural.com.
Por otra parte, el prestigioso teólogo
Enrique Miret Magdalena ha declarado la Iglesia católica
"que debe dejarse ya de tantas beatificaciones y canonizaciones" de mártires de la Guerra Civil,
"que fue una catástrofe muy negativa en todos los sentidos". Miret ha hecho estas declaraciones a la agencia
Servimedia y ha destacado que
"no hay que volver a recordar tantas y tantas cosas, poniéndolas, incluso, (a estas víctimas) como modelo de cristianos". A su juicio, esta multitudinaria beatificación de mártires españoles en Roma se debe
"a la línea sorprendemente conservadora del Papa Benedicto XVI (...) Para los que hemos conocido la Guerra Civil no tiene sentido el que se hagan manifestaciones que no tienen ninguna consideración de tipo práctico".
25.000 asistentes
El cardenal y prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, José Saraiva Martins, ha dado inicio en la Plaza San Pedro del Vaticano a la ceremonia de beatificación de 498 mártires españoles, que fueron asesinados durante la persecución religiosa que se desató en España antes y durante la Guerra Civil.
En la celebración están participando miles de peregrinos, que han llegado de todos los puntos de la geografía española, ya sea por cuenta propia como a través de viajes organizados por diócesis, parroquias, colegios o congregaciones de religiosos y religiosas, entre otros. Según las estimaciones de la Embajada de España ante la Santa Sede, al evento de este domingo acuden alrededor de 25.000 personas, de las que unas 2.500 son familiares de los nuevos 'beatos', según la Conferencia Episcopal Española.
Junto a Saraiva Martins, concelebran la ceremonia un total de 71 obispos y más de un millar de sacerdotes, muchos de ellos familiares de los mártires, así como los Superiores Generales de las Órdenes Religiosas a las que pertenecían.
En cuanto a las autoridades gubernamentales, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos preside la delegación oficial española, junto a representantes de 7 comunidades autónomas, 8 municipios, el diputado socialista Juan Andrés Torres Mora y otros 8 parlamentarios del PP.
Entre los 498 mártires que van a ser beatificados, dos eran obispos; 24 sacerdotes diocesanos; 462 religiosos; un diácono; un subdiácono; un seminarista y siete laicos. La gran mayoría eran españoles --salvo cinco-- y tenían entre 20 y 30 años en el momento de su martirio. Respecto a las fechas de su muerte, dos tuvieron lugar en octubre de 1934; 489 sufrieron el martirio en 1936 y siete fueron martirizados en 1937.