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Puntos Negros

Puntos Negros

viernes 26 de julio de 2013, 12:21h
     España está llena de puntos negros. Espacios o situaciones que la lógica, o el mal trabajo o las prisas, dejaron tirados en medio del presente conviviendo a nuestro lado. En las carreteras hay centenares de ejemplos. Sobre todo curvas inesperadas que sorprenden después de una recta casi de circuito. Quizá en el proyecto inicial deberían haberse quitado. Pero como digo, las prisas, las ansias de aureola, o esa tradicional falta de profesionalidad que no superamos, las dejaron ahí, como un monumento a la ineficacia y al dolor futuro.
 
Cerca de donde vivo había una curva que la lucidez popular llamó pronto asesina. Enseguida se estrellaron en sus vallas de protección bastantes motoristas. Pero no la quitaron hasta que varias muertes sacaron los colores a los responsables políticos. Después no se supo realmente de quién fue la responsabilidad final. Pues los técnicos echaban la culpa a los políticos, y los políticos anulaban la suya con la de los técnicos. Pero esa curva estuvo ahí montones de años. Y estaba anunciando que un día se desbordaría la tristeza.
 
     En este país se pueden encontrar puntos negros en casi todo. Y casi siempre ocurre lo mismo. Aparece una tragedia que ya estaba escrita pero nadie hacía nada para que no sucediera. Luego se expanden las críticas, los lamentos, la exigencia de responsabilidades, pero al final el tiempo entierra la verdad de esa ineficacia. Mientras, se produce el amargo espectáculo de un montón de actores echándose la culpa, como en el Madrid Arena. Quienes sufrieron la tragedia, o sus familiares, desean perseguir a los culpables hasta el infinito. Pero cuando se saben los nombres suele ser demasiado tarde para ejemplarizar en sus barbas, tal y como va de lenta la justicia. Además otras catástrofes seguro que habrán enterrado la que al fin se conoce.
 
     La curva de Agradeira era un punto negro. Lo habían producido quizá las prisas por atrapar los aplausos, o la inmodestia por generalizar el que para muchos es nuestro éxito internacional, después del fútbol, la alta velocidad. Era otro punto negro más del que decía la gente que no pasa nada porque Dios no quiere, como ocurre con los espectáculos masivos, demasiados con ausencia de las medidas legales de seguridad. Piensen en la cantidad de ferias o verbenas de pueblo que tienen cables tirados por el barro, carpas no ignífugas, bafles desperdigados debajo de la lluvia.
 
     Este país tiene demasiados puntos negros. Ahora en el de Galicia volveremos a ver el agónico espectáculo de las culpas y los eximentes. Durante muchos días este terrible suceso abrazará el prime time de todos los medios, hasta que, como decía, la tragedia de otro punto negro la sustituya o quizá la corrupción apriete más que la desgracia.
 
Se habla mucho del futuro, del cambio necesario en estos tiempos de crisis. Y yo creo que lo primero que habría que hacer es obligar a los gobernantes a realizar un inventario de nuestros puntos negros. Y luego a arreglarlos sin demora. Hasta entonces deberían estar prohibidos los discursos vacuos y las palabras grandilocuentes.                 
    
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