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Más seny...

viernes 09 de noviembre de 2007, 19:22h
Don Jordi Pujol se ha equivocado. De ciudad, seguro. En Madrid pasan muchas cosas, y hacemos algunas mal, e incluso bastante mal. Pero nunca hemos sido gente poco hospitalaria, ni intolerante. Eso de que los taxistas van echando de sus coches a los clientes que hablan en catalán no es de recibo. Y no dudo que le haya ocurrido a algún conocido: energúmenos hay en todas partes, y descerebrados. No hace nada vimos, precisamente en Barcelona, a un imbécil casi imberbe golpeando con saña a una chavala en el Metro porque no era de aquí. Y a nadie se le ocurrió decir que es que los catalanes son así. Pero de la anécdota categoría es una torpeza indigna de alguien con su talla intelectual.

Los profesionales del taxi de Madrid están que trinan con sus palabras: dicen que ellos conducen y callan —bueno, algunos no paran de hablar mientras te llevan…, que no preguntan ni por fútbol ni por política para evitarse tiranteces —bastante tienen ya con el tráfico de la capital—, y que lo suyo es recoger a clientes de todas partes del mundo, sin importarles su origen y su destino salvo por el taxímetro.

En un colectivo de 20.000 personas hay de todo: algunos llevan el taxi impoluto, perfumado y reluciente, otros ofrecen tapicerías que dejan bastante que desear. Los hay con música agradable y relajante, y los que te colocan a Camela. Algunos escuchan la Ser; otros la Cope. Los hay que te cuentan su vida o preguntan por la tuya, y quienes hacen todo el trayecto en silencio. De todo, ya digo. Pero en general, muy en general, son personas agradables, educadas, y desde luego profesionales de lo suyo, que es llevarte a donde les digas por el mejor camino posible y de forma segura.

Que el amigo de Pujol se haya tropezado con el indeseable que existe en todos los gremios ya es mala suerte, porque lo fácil hubiera sido no cruzarse con él. Es más: seguro que muchos catalanes que viajan con frecuencia a Madrid por motivos de trabajo utilizan este servicio público de transporte y no han sufrido ningún acoso, hablaran en la lengua que hablaran.

Haga el favor de rectificar, señor Pujol; reconozca que lo dijo en la hora tonta, eso es algo que nos pasa a todos de cuando en cuando. Pero no nos insulte, ni a los madrileños ni a los catalanes. Lo de la rivalidad entre ambas ciudades es más “toreo de salón” y cuestión de gabinetes políticos que asunto de la calle. Más seny, hombre, más seny…
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