Otra abdicación 'anunciada': la de Duran i Lleida
> La figura clave en la 'transición
catalana' podría enfrentarse a Mas en unas elecciones
domingo 08 de junio de 2014, 10:10h
Aseguraba este domingo 'El
Periódico' de Cataluña algo que viene aventándose desde hace muchos meses
en los mentideros políticos catalanes y también en los madrileños: Josep Antoni
Duran i Lleida lo deja. Quiere abandonar su puesto de 'número dos'
en la coalición de su Unió Democrática con Convergencia Democretica y, desde
luego, no repetirá como portavoz parlamentario del grupo catalán en el Congreso
de los Diputados. Veremos si, en el caso de que Artur Mas convoque unas
elecciones plebiscitarias en torno a la independencia, Duran no acaba
poniéndosele enfrente, predicando su 'tercera vía', que tan poco
éxito ha tenido hasta ahora.
Duran, pasada la sesentena de
edad, es un convencido de que ha llegado una nueva etapa. Que, como dicen
tantos ex ministros, ex senadores, ex diputados como se han congregado estos
días de noticias trepidantes, con la abdicación del Rey o, antes, si usted quiere,
con la muerte de Suárez, acababa, si es que no había acabado ya, la transición.
Hay que propiciar nuevas ideas, buscar 'terceras vías' para el
futuro. Algo de esto adelantaba ya, hace años, en su libro 'Entre una
España y la otra', una búsqueda de consensos y de entendimientos a la que
nadie hizo el caso que merecía. Y empezó así una especie de largo exilio interior
de Duran, figura a la que todos reconocían una alta talla de político, pero que
jamás se vio concretada en cosas más tangibles que los encuentros reservados
con toda clase de políticos y empresarios en sus dependencias del hotel Palace.
Una vez pronostiqué a Durán,
hace mucho, mucho, tiempo, que yo le veía como presidente del Gobierno de
España. Se quedó de piedra. Era, claro, un vaticinio arriesgado que no podía
cumplirse por la obcecación de tantos. Creo que podría haber llegado a
vicepresidente en los mejores tiempos de José María Aznar, pero lo cierto es
que el entonces president de la Generalitat, Jordi Pujol, vetó ese 'viaje
a Madrid' de quien tanto ha representado a Cataluña en la capital del
Reino. Así que ni vicepresidente, ni ministro de Exteriores en lo que hubiera
sido una especie de 'Gobierno de coalición' del PP con Convergencia.
Nada, porque Pujol se interpuso a aquella generosidad, bien coyuntural por
cierto, de José María Aznar.
Ahora, el círculo se ha cerrado.
Duran no puede soportar la zafiedad del portavoz de la Generalitat, ese Francesc
Homs que despacha la abdicación del Rey basándola en que lo hace para cuidar 'los
intereses de familia'. Ni puede convivir con un Artur Mas de quien
piensa, lo sabemos bien quienes hemos conversado largamente con el cauto y
dubitativo Duran, que va a llevar a los catalanes al suicidio colectivo. En
Madrid, las voces más duras, inflexibles y equivocadas exigen que al 'traidor'
Duran le priven de su pasaporte diplomático y de su cargo de presidente de la
comisión de Asuntos Exteriores en el Congreso, por su 'tibieza' a
la hora de defender la Constitución y la integridad territorial. Gran miopía a
la hora de tratar a quien es ya el único eslabón en la frágil cadena entre el
poder nacionalista de Cataluña y el resto de España. Gran dislate no amparar a
un nacionalista que se confiesa no separatista, que ama a España y que podría
ser, en el fondo, el mejor gestor de los intereses españoles en el territorio
catalán, una vez que figuras como la de Miquel Roca se retiraron a rentables
ámbitos privados.
Duran, el veterano Duran, se
debate entre dar el último salto -enfrentarse frontalmente con Mas-- o
tirar la toalla. Confío en que no haga del todo esto último, porque el suyo
será un magnífico apoyo para el inminente Felipe VI, a quien ningún respaldo le
va a sobrar, ni el de su padre, ya en franca retirada de casi todo, ni el de
los ex presidentes González, Aznar y Zapatero -que muy poco han dicho en
esta coyuntura-ni el del ya casi ex secretario general del PSOE Alfredo Pérez
Rubalcaba, que tanto ha hecho, con Rajoy, por la estabilidad de la Corona. Si
yo tuviese alguna influencia cerca de Josep Antoni Duran i Lleida, que desde
luego no la tengo, le pediría un gesto definitivo de valor, que le eche un par
y le diga públicamente a Mas lo que todos sabemos que piensa de él y de su
proyecto político. Y luego, que trate de poner en marcha alguna de las
soluciones intermedias que propugna, esas que no gustan a nadie, pero de las
que nadie discrepa abiertamente precisamente por eso: porque son soluciones, no
bravatas, ni desafíos, ni inmovilismos irresponsables.