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El calendario otoñal del inamovible Rajoy

El calendario otoñal del inamovible Rajoy

miércoles 03 de septiembre de 2014, 11:52h
El presidente del gobierno tiene 33 años de experiencia política a sus espaldas y se le nota. Desde qué fuera elegido diputado autonómico en Galicia en el ya muy lejano 1981, dos años después de haberse convertido en el registrador de la propiedad más joven de España, mantiene una forma de ser y de estar que le ha proporcionado un enorme rédito con un mínimo desgaste.

Ha sido todo lo que se puede ser en la vida pública: diputado autonómico, concejal, parlamentario nacional y varias veces ministro hasta llegar a la dirección de su partido y de su país. Tiene toda la razón cuando dice que es previsible y que no ha cambiado. Lo pueden atestiguar todos y cada uno de los que han trabajado a su lado: es muy difícil que pierda la compostura, es muy difícil que se salga del guión previamente establecido, es muy difícil que se ponga en riesgo, es imposible que cambie.

Sobre los mimbres de la paciencia, la constancia, la discreción y el saber estar en medio de la escalera el hijo y nieto de ilustres juristas ha construido la imagen del político con mayor poder real de toda la moderna historia de nuestro país. Otra cosa es que lo ejerza ya que una de sus más claras características es el dejar hacer, el dejar pasar, el que sean sus colaboradores los que tomen las decisiones que les competen y asuman sus consecuencias.

Es mucho más duro de lo que aparenta y mucho mas firme en el camino que se ha trazado de lo que a sus adversarios y enemigos les gustaría. Maneja muy bien los egos personales y le encanta que a su alargada sombra se peleen y disputen por el favor del jefe los que forman parte de sus equipos.

Tiene su propio calendario y se lo traslada con cuentagotas a los suyos, dividido el territorio global en las dos zonas calientes que administran sus dos mujeres preferidas: María Dolores Cospedal en el PP y Soraya Saenz de Santamaría en el gobierno. Mandó a Arias Cañete a Europa y colocó al frente del Ministerio a su segunda. Nada de crisis, nada de  cambios bruscos. La ley del mínimo esfuerzo en busca de la mayor rentabilidad. Ahora le toca el turno a Luis de Guindos - si Holanda no se opone a sus pactos con Angela Merkel - y en su calendario puede que haya puesto junto a los nombres de la sucesión, la palabra crisis. Cambios en varias carteras de cara a las elecciones del próximo mayo que podrían afectar de formar profunda e importante a la estructura del Consejo de Ministros. No será antes de la Diada y el resultado de la celebración catalana puede influir en los movimientos posteriores. Se superponen los tres calendarios: el del partido, el del gobierno y el europeo. Cada uno de ellos con muchas y variadas ambiciones personales. Y muchos miedos, que nadie quiere abandonar el sillón salvo que le ofrezcan uno mejor.

Entre el 11 de septiembre y el 9 de noviembre se resolverá el tema de Luis de Guindos y la presidencia del Eurogrupo, se resolverá la mayor o menor participación española en la nueva OTAN que está a punto de emerger, y se actuará a fondo en Cataluña y en los partidos que conforman su Parlament: con palos y zanahorias, tal y como adelantaba un inquieto y duro Cristóbal Montoro hace unos días.

Entre esas dos fechas, desde el PP y con la carpeta de los resultados bajo el brazo, recibirá de Cospedal los rostros que mejor pueden defender el poder de los populares en dos territorios fundamentales para el partido y para el futuro de su presidente: Madrid y Valencia.  Se incluya en en el sondeo de la capital del Reino a la actual vicepresidenta o no, salgan como salgan Aguirre, Botella, Figar o Cifuentes. Y se mantenga o no a Ignacio González que ha ganado puntos desde su alejamiento físico y política de su antecesora en el cargo.

En su calendario Rajoy tiene la reforma electoral para los Ayuntamientos, la disminución de los aforados - sin llegar a la draconiana y atractiva propuesta del ministro Gallardón- y los compromisos que puede alcanzar con el nuevo líder del PSOE, con el lendakari Urkullu, y sobre todo con el presidente Mas y desde la sombra democristiana con Durán Lleida y hasta con el republicano Junqueras con el objetivo de cambiar la dinámica multipartidista a la que se dirige Cataluña.

Final de año con grandes temas y grandes incertidumbres sometidos ambos a la deriva económica española, que necesita de muchos mejores datos en Europa. Mariano Rajoy está convencido de que ha logrado desplazar hacia la izquierda -con la irrupción de Podemos- al PSOE, que ha fragmentado a sus principales adversarios y que les guste mucho o poco él y su partido a los integrantes del gran granero que es el centro, el rostro de Pablo Iglesias puede ser el mejor aliado para sus objetivos. En mayo, las cábalas y los análisis dejarán paso a la realidad.
 
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