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Perder para ganar

Perder para ganar

lunes 19 de noviembre de 2007, 15:08h

Para aprobar la CPE en los términos en que lo tiene previsto el MAS, se requiere tensionar al máximo la relación con las regiones.

Un prefecto de la “media luna” se preguntaba —y no sin razón— hasta dónde quiere llegar el Gobierno. Se trata sin duda de una interrogante perentoria en la medida en que todo indica que la estrategia gubernamental no pasa por la búsqueda real de consensos.

De hecho, en cuanto se alcanza un punto de equilibrio, o en el momento mismo en que las fuerzas en oposición se percatan de que se vive un empate, el Gobierno arremete de forma que nada puede volver a su origen.

Pero además, aquel único movimiento estratégico se ha convertido en muchos otros, si la cuestión eran los dos tercios, en poco tiempo este objetivo se había transformado en toda una estrategia destinada a eliminar la acción política de oposición, de pronto, los dos tercios eran acciones sobre el derecho propietario, redistribución de tierras, ajuste de cuentas vía judicialización, demostación de los partidos, desarticulación del sistema judicial y sobre el tapete, finalmente, reelección ad infinitum del presidente.

Bajo semejante esquema, la pregunta del Prefecto resulta una buena manera de notar que la estrategia es apostar al máximo para lograr lo previsto.

Normalmente deja la impresión de victoria en el perdedor. Para aprobar la CPE en los términos en que lo tiene previsto el MAS, se requiere tensionar al máximo la relación con las regiones, mantener irresuelto el entrampamiento de la capitalidad, movilizar con estos pretextos la mayor cantidad posible de “movimientos sociales” y cuando la situación pareciera llevar al límite los factores involucrados, dejando como única salida el enfrentamiento, aparecerá un problema mayor: entre que la riña con las regiones, la fotito del Embajador y el “por qué no te callas” del Rey, se había aprobado una Constitución a la hechura del Presidente.

Ahora habrá que hacerle frente a la nueva Constitución, y todos los conflictos previos encontrarán salidas casi por inercia.

Cuando todas las fuerzas de oposición tengan que darle pelea a la Constitución, encarar de forma eficiente sus posiciones en el referéndum, financiar la campaña del “No” por un lado y del “Sí” por el otro etc. etc. etc., el Gobierno habrá vencido todas las batallas intermedias.

Para ese momento tendrán un argumento poderoso: la capitalidad la resolvió el Art. Nº tal de la flamante CPE, la distribución de IDH también, el estatus de los prefectos el Art. Xb y así sucesivamente. La estrategia de apostar a la tensión máxima para lograr el objetivo mínimo da grandes resultados.

 

*Renzo Abruzzese es sociólogo y profesor universitario

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