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Una boda con demasiados invitados

domingo 14 de junio de 2015, 10:30h

Once y media de la mañana del sábado, 13 de junio en la Plaza Nueva de Sevilla. Un grupo e unas cincuenta ruidosas personas, agitando banderas republicanas y pancartas exigiendo la contratación de eventuales en el Ayuntamiento, se mantiene frente a la fachada de la Casa Consistorial escoltado por una docena de policías.

-¿Qué se celebra?¿una boda?, me pregunta un matrimonio inglès que, cámara en ristre y con cara de estupor, no para de hacer fotos a diestro y siniestro

Le contesto que no, que no es una boda, que se trata de la constitución del ayuntamiento surgido de las elecciones municipales del 24 de mayo.

-¿Y esos, refiriendose a los manifestantes, qué hacen?

-Pues protestar. No sé como lo denominarán en su país, pero aquí lo llamamos escrache.

Junto a las escaleras de acceso al Ayuntamiento, el llamado todo Sevilla, ya saben, empresarios, periodistas, ex políticos, gentes de la cultura y los ya clásicos cogecosas que salen en todas las fotos del ABC hacen corrillos esperando animadamente que den las doce, hora en que se iniciará la sesión de investidura de la nueva Corporación municipal. Sólo veo a un expresidente de la Junta, José Rodríguez de la Borbolla, quien en su tiempo, 1995, también fue candidato a la Alcaldía de Sevilla sin alcanzarla. Naturalmente no estaban ni Manuel Chaves ni José Antonio Griñán. Ni estaban ni nadie los esperaba, faltaría más

A las doce menos cuarto llega el hasta hoy alcalde, Juan Ignacio Zoido, rodeado de algunos de sus concejales y es acogido con una sonora pitada y numerosos insultos por parte del sector protestero quien parece tener muy claro a quienes tienen que silbar. Hay incluso una señora en primera fila que no cesa de proferir duros insultos a voz en grito y acaba con un sonoro “Hemos conseguido echarte, Zoido, ya era hora de que te fueras so c...”. Juaninnasio no le hace el menor caso. Rápidamente entra en la Casa Grande sin pararse a saludar a la consejera de Hacienda y Administración Pública, Maria Jesús Montero, que brujulea entre periodistas y portavoces del PSOE en espera de la llegada del nuevo alcalde, Juan Espadas.

La verdad es que a mis interlocutores ingleses no les falta razón. Aquello más que un acto político parece una boda, pero una boda de pueblo de lo más cateto que se precie. Mucho traje ocuro y corbata azul o roja para los caballeros, a excepción del ex edil de IULV-CA, Antonio Rodrigo Torrijos, el de la famosa mariscada, que accede en camisa veraniega, y mucho traje hortera para las señoras que más parece que se han disfrazado como para una fiesta de carnaval.

Llega Juan Espadas y los del escrache, bien porque aún no le conocen, bien porque sus protestas son contra la derecha fascista que nos oprime, no rechistan. Espadas, como hace como de novio, se detiene con la prensa un buen rato a esperar que llegue la supuesta novia. El reloj del Ayuntamiento da las doce campanadas y la novia no aparece. A las doce y cinco se produce un alboroto entre los fotógrafos de prensa y las cámaras de televisión. Todos se movilizan en dirección a la Avenida de la Constitución. Rodeada de guardaespaldas y en traje rojo, aparece Susana Díaz, la presidenta de la Junta que, como es obligatorio en estos casos, da un abrazo y dos besos (en las mejllas) al nervioso y compuesto novio. No me queda claro si, al final, Susana es la novia por lo del retraso, o mejor la madrina, porque su embarazo es ya bastante ostensible. En esta ocasión, los del escrache optan por una división de opiniones, unos le silban y otros le aplauden. Susana, como es propio en ella, sonríe como si estuviera por encima del bien y del mal. Y ambos entran del brazo en el Ayuntamiento de Sevilla para consumar la unión.

A las doce y diez, con los invitados esperando en el salón, comienza el Pleno de investidura de Juan Espadas como nuevo alcalde de Sevilla. Un matrimonio con Podemos e IULC-CA que puede durar menos que los de Liz Taylor. Porque ese “si quiero” que ambos partidos le dieron puede transformarse en demanda de divorcio si Espadas no cumple algunas de las condiciones impuestas.

El resto, hasta las dos y media de la tarde, lo de siempre. Puden leerlo en esta misma página. Discursos, frases y peroratas de lo bien que lo van a hacer todos y lo magníficamente que se van a llevar. Como decía el Peña de Cádiz, “Seores, vamos a llevarnos bien, ...lo que haya que llevarse”. Y en eso estamos. Se casaron, fueron felices y comieron perdices. Enhora buena, Juan, que el matrimonio te dure lo suficiente como para disfrutarlo. Y que nosotros lo veamos..

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