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Ahora es el PP quien debe mostrar su sentido de Estado

miércoles 03 de febrero de 2016, 07:37h

Se ha dicho mil veces que los intereses del país deben estar por encima de los proyectos personales. Claro, en eso todos estamos de acuerdo. Pero habría que agregar que el interés nacional también debe estar por encima de las maniobras y los enredos de partido. Pedro Sánchez nos ha dado muestras sobradas de que está dispuesto a llegar a la Moncloa casi a cualquier precio. Incluso forzando arteramente las reglas internas para sortear al Comité Federal de su partido. Pero la clave del asunto es ese “casi” y es precisamente en ese punto en el que se abre una posibilidad para superar, aunque sólo sea a medio plazo, el empantanamiento político en que nos encontramos.

En otras palabras, hay veces que la mejor solución posible es la menos mala. Y en palabras crudas, no importa que Sánchez tenga muchas aristas impresentables, pero a lo mejor su ambición desatada puede acabar desbloqueando la posibilidad de formar gobierno. La vida política nunca fue una avenida ancha y rectilínea.

Cierto, la aventura que intenta Sánchez es de alto riesgo. Si llegara a formar un gobierno con Podemos, IU y los nacionalistas, tendríamos un gobierno a la griega que conduciría al país a la catástrofe política y económica. Pero no nos olvidemos que el interés supremo de Sánchez es llegar a la Moncloa, porque sólo así evitará ser depuesto de inmediato al interior de su partido.

¿Quién dice entonces que Sánchez, movido por esa necesidad imperiosa, no estará dispuesto a pactar con el mismo diablo (hoy el PP) para llegar a la Moncloa?

En esa perspectiva, no habría que descartar una propuesta suya para formar un gobierno del PSOE en minoría, apoyado por Ciudadanos y el PP desde el Congreso, luego de haber negociado un programa de reformas moderadas, por un período no muy largo (unos dos años). Eso dejaría a Podemos en la oposición, pero en una oposición también ocupada al menos por el PP (la propuesta de Felipe González).

Ya sé que mucha gente pensará que esa fórmula es algo irregular: de hecho sería la primera vez en España que no formara gobierno la fuerza más votada en las elecciones generales. Pero no es bueno olvidar que estamos en un régimen parlamentario, en el que lo decisivo es la mayoría que pueda formarse en el parlamento.

El PP puede insistir todo lo que quiera en que Sánchez carece de sentido de Estado al evitar la negociación con ellos. Y tiene toda la razón. Pero también debe saber que esa lógica funciona para ambos lados. Una vez que Rajoy ha declinado la invitación del Rey a formar gobierno y que Felipe VI ha pasado la invitación a Sánchez, ahora quien debe superar la prueba del sentido de Estado es el PP. Esas son las paradojas de la vida (política).

Y la prueba está muy clara. El PP tiene dos opciones: negarse en redondo a apoyar cualquier opción que no sea la suya (un gobierno encabezado por Rajoy), o bien abrirse a las negociaciones programáticas con el PSOE (igual que solicitaba) pero para dejar que sea el PSOE quien gobierne, previsiblemente en minoría (igual que lo habría hecho el PP en última instancia). Esta segunda opción mostraría que el PP pone los intereses del país por encima de sus intereses partidarios y pasaría así la prueba del sentido de Estado. En este sentido, la única línea roja sustantiva del PP (también de Ciudadanos) sería que Sánchez quisiera formar un gobierno con Podemos y/o los nacionalistas. Pero si Sánchez, movido –insisto- por su necesidad imperiosa de llegar a la Moncloa, no se deja enredar por Podemos y gira su mirada hacia Ciudadanos y el PP, entonces el PP tiene la oportunidad de sacrificar sus intereses partidarios por el bien común del país. Ojalá que pase la prueba. Aunque me temo que el Rajoy no tenga mucho más sentido de Estado que Sánchez. En realidad, se trata de un mal nacional eso de la baja cultura política de representantes y representados.

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