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Pedro Sánchez, viaje a ninguna parte

miércoles 02 de marzo de 2016, 08:33h

Es el nombre de una película de Fernando Fernán Gómez que narra la historia de un grupo de cómicos, sus deseos y sus frustraciones. A lo largo del viaje, el trabajo de artista se entremezcla con el amor, los problemas económicos, los familiares, el hambre y como no, con el triunfo soñado. El personaje central, Carlos, es hijo del primer actor y director de la compañía, Don Arturo, siendo a su vez padre de Carlitos, un muchacho que no quiere ser cómico. Tanto Carlos como Don Arturo intentarán convencer a Carlitos de que se quede en la compañía, aun cuando este dice no tener ganas de ser cómico por muchos catos de sirena que le hacen llegar.

Mientras tanto, en la post-guerra española, el cine va llegando a las ciudades y la gente ya no quiere ver teatro, lo que hace incierto el futuro de la compañía. Carlos, poco a poco, va siendo abandonado por sus compañeros y se verá obligado a buscarse un futuro en la capital... ¡sabe Dios de que manera!

Pues como si de la película se tratase, sus deseos y frustraciones como actor tienen lugar en este improvisado teatro del Palacio de las Cortes, donde ese personaje central (Carlos) encarnado en la figura de Pedro Sánchez, aspira a ser heredero del primer actor y director otro tiempo de la compañía (Felipe González). Así, con su mejor terno y corbata roja como dijo su estilista, se presentó el aspirante a presidente en un escenario donde se identificó a sí mismo como el hombre del “diálogo” -algo que acontecerá mañana- “y el cambio” -que no se sabe si llegará de verdad a producirse- y “como única alternativa viable a Mariano Rajoy”. Parece que este papel que alguien le asignó en su día desde un palacio con nombre de teatro, se lo ha aprendido a rajatabla, como única forma de escenificar su papel de protagonista principal, casi único, ignorando el papel del actual inquilino de la Moncloa.

De esta representación, iniciada con aires de monologuista, el segundo actor que ha estado en todos los ensayos de la obra, permanecía expectante viendo el desarrollo teatral y no perdiendo detalle de cada gesto y frase, esperando su inminente entrada en escena, recitando en voz baja el papel asignado a su persona y reaccionando con cara de emoticono perplejo, cuando el aspirante a gobernante, centrado pero no centrista, evitó mencionar el compromiso de la supresión de las Diputaciones, pactado a golpe de rubrica como condición innegociable del pacto, esgrimido como elemento modernizador de España. Aquel capitulo maldito, el que más problemas le había planteado con sus barones, había desaparecido por completo del programa de investidura cual arte mágica de escapismo político, o lo que se llama donde dije Rivera, digo García Page... Al mismo tiempo, trató de representar la escena del balcón, con el gesto de una mano tendida a Podemos, incluyendo propuestas atractivas para los votantes de Pablo Iglesias, en una suerte de afeamiento al líder podemita, censurándole su comportamiento por negarse a investir a un presidente socialista. “O nos quedamos parados o nos ponemos en marcha” decía Pedro Sánchez. Veremos que le responden en el segundo acto de la obra que empezara mañana, cuando analizaran su errático discurso.

Pero la parte culminante de la representación ha llegado cuando el protagonista de la obra señala para que no queden dudas y con la frase bien matizada que “no hay mayoría para un gobierno de izquierdas”, añadiendo“es evidente que se ha creado una falsa esperanza. Vamos a hablar claro…….”, afirmó Sánchez.

No se le entiende muy bien, pues es evidente que la suma de los partidos de izquierda, PSOE, Podemos y sus alianzas e IU, alcanza los 161 diputados, pero sin embargo según parece para él, la suma de PSOE y Ciudadanos con 130 en total parece que si son suficientes. No sé quien fue el profesor de matemáticas del líder socialista en el colegio, pero me inclino a pensar que era familia de Belén Esteban, o del mismísimo Jesulin de Ubrique.

Metido en harinas, se vino arriba cuando afirmó que la izquierda no ha conseguido en estas elecciones el número de diputados suficiente para conformar un Gobierno y quienes realmente han conseguido una amplísima mayoría parlamentaria son las fuerzas del cambio, entre las cuales incluyó al PSOE, por delante de todos. Como quien ha perdido la memoria, en campaña se han hartado de repetir tanto Rivera, como Iglesias, todo tipo de criticas algunas de gran virulencia sobre los partidos de siempre, o como diría el profesor de la coleta, “los de la casta”, pero parece que no se dio por aludido.

Otro momentazo de la tarde se produjo con llamada al mestizaje incluida, cuando afirmó que “estamos obligados a mezclarnos”. Era la culminación de un acto verbal más propio de Francisco Pizarro, aquel español conquistador del Perú que tomó como esposa a la viuda de Atahualpa, el inca a quién él mismo había ordenado ejecutar. De esa mezcla según desea Pedro, nacerá un Albert Iglesias Garzón, y según Rivera un Pedro Rajoy Rivera. Creo que tengo una aplicación en el móvil que mezcla rostros diversos. Espero que sea capaz de aguantar la foto resultante sin bloquearse, pues la verdad, promete….. y mucho.

Volviendo a la película, los deseos y frustraciones, en el “Viaje a ninguna parte” se repiten hechos caprichosamente enlazados con otros vividos en el previo a esta sesión de investidura en su primer acto, tales como las escenas de amor con Ciudadanos, los problemas económicos con los familiares de la izquierda llamados Podemos e IU y el hambre con el triunfo soñado que conduce a la Moncloa, aunque todos ellos pierden protagonismo, cuando el candidato afirma en un golpe de sinceridad mal entendida que “todos sabemos de antemano el resultado de esta investidura…………”. Como diría el Rey Juan Carlos…..¿por qué no te callas?

Pero como en la película, Carlitos, aquel muchacho que no quiere ser cómico y sufrirá presiones de los máximos responsables de la compañía teatral, intentando convencerlo de que continúe aunque lluevan chuzos de punta desde Castilla La Mancha o Extremadura, caigan rayos y centellas desde Cataluña y Asturias, o le llegue una maldición gitana desde Andalucía. Aquel muchacho que más pronto que tarde, se dará cuenta que la inédita estrategia política de defender una investidura a sabiendas de que está abocada al fracaso, es algo insólito y mas aun, el hecho de que un candidato a presidente lo reconozca de forma explícita, ha sido tan ingenuo, como innecesario.

Creo que la representación a la que hemos asistido esta tarde, es digna de los otrora llamados cómicos de la legua que durante el Siglo de Oro español, hacían sus representaciones por todos los pueblos de España y tenían la obligación por ley de acampar a una legua de la población en la que iban a actuar. Deberían de haber contado esta historia al misacantano de Pedro Sánchez, con el fin de haber tomado distancia al menos de esa medida ya en desuso, de tanto asesor indocumentado que le está llevando inexorablemente, a un viaje ninguna parte.


JOSE JOAQUIN FLECHOSO

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