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El populismo se retrata en Venezuela y en España

jueves 25 de agosto de 2016, 14:50h
El jefe del populismo venezolano, Nicolás Maduro, dando muestras de su completa desesperación para evitar el referéndum revocatorio, acaba de sobrepasar los límites constitucionales, anunciando una purga de funcionarios públicos que va a dejar, según sus propias palabras, al presidente turco Erdogan “como un niño de teta”. Y ha dado órdenes para que todo aquel funcionario que haya firmado la petición del referéndum sea expulsado de su empleo en la administración pública. Una medida que supondría echar a la calle a unos 19 mil empleados públicos.

Decididamente, Maduro ya no tiene límites. Pero importa subrayar que ello pone a prueba el compromiso real de la región con la democracia. Es cierto que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ha respondido con rotundidad: “En Venezuela –ha declarado- ya no existe democracia ni Estado de Derecho. El régimen de Maduro se ha convertido en una tiranía”. Pero también es cierto que hace poco la Asamblea General de ese organismo pudo poner en práctica la Convención firmada por todos los países, llamada Carta Democrática, y dejó pasar la oportunidad con una reconvención que no fue otra cosa que aplicar paños calientes a la destrucción de la democracia en Venezuela.

En España, medios políticos y de prensa han denunciado la barbaridad que ha ordenado Maduro. ¿Quiénes no se incorporan de inmediato a la denuncia? Por supuesto el populismo doméstico de Podemos, ligado al régimen venezolano en sus orígenes, y la izquierda anacrónica española, incapaz de comprender que en el siglo XXI no se puede ser populista ni autoritario y calificarse de izquierdas. En pocas palabras, que no aprendió nada de los dramas del siglo XX y sigue sin darse cuenta que hoy la izquierda es democrática o no es izquierda.

Los dirigentes de Podemos argumentan que lo que sucede en Venezuela es algo de política exterior que no debe utilizarse en el debate político nacional. Es decir, alegan lo mismo que la derecha más conservadora ha sostenido históricamente en España. No tiene sentido demostrar que nada de lo que sucede en nuestro entorno puede sernos ajeno. La verdad es que debemos agradecer esa reticencia de Podemos porque aclara cada vez más su verdadera naturaleza. Lástima que todavía algunos consideren que un Gobierno de PSOE y Unidos Podemos pueda considerarse un gobierno de izquierdas o progresista. Se trata de una muestra más de nuestra pobre cultura política. Hacer una alianza con el populismo no fortalece la plataforma de izquierdas sino todo lo contrario. ¿Sera cierto que todavía en el entorno de Pedro Sánchez se mantenga en cartera esa posibilidad? Mi única duda consiste en saber si eso es producto de su incultura política o simplemente una táctica de supervivencia personal y de grupo.
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