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El poder del gas ruso

jueves 28 de diciembre de 2006, 14:58h

Igual que ocurriera el pasado año en estas mismas fechas, en que el grupo ruso Gazprom cortó el suministro de gas a Ucrania en pleno invierno, exigiendo una subida del precio de 50 a 23 dólares por cada 1000 m3, está sucediendo estos días entre Bielorrusia y Gazprom, alertando una vez más a la Unión Europea que depende del suministro de gas para su consumo energético justamente en el 32,7%. El problema entre Gazprom y Bielorrusia es que se venía negociando sobre la base de subir el precio de 46,6 dólares actuales por cada 1000 m3 a 75 dólares a partir de 1 de enero de 2007, pero cuando la delegación bielorrusa llegó a Moscú se le presentó una oferta diferente al exigírseles también la cesión del 50% de la Empresa Beltransgaz valorada en 5000 millones de dólares.

El portavoz de Gazprom Sergei Kupriyanov manifiesta que Gazprom no es un Papá Noel para hacer regalos al gobierno bielorruso y afirma que lo que se ofrece a Bielorrusia son una serie de condiciones favorables, pero lo que resulta más evidente es que Gazprom trata de equiparar los precios del gas de estas antiguas repúblicas soviéticas al libre mercado y se sospecha que esto se hace como castigo a su acercamiento a Occidente, o en otras palabras, a la Unión Europea.

El gobierno bielorruso por voz de su Vicepresidente 1ª Vladimir Semahko, considera que ésta es una provocación de Gazprom y confía en que no se atreverá a cortar los suministros de gas a Bielorrusia porque por su territorio se realiza el tránsito de gas a Europa, y Gazprom y Rusia no tienen contrato para realizar este tránsito de gas y que representa el 22% de sus exportaciones. Técnicamente Moscú no puede impedir que Bielorrusia se apropie del gas que Gazprom exporta a los países europeos.

La Comisión Europea no ha querido dramatizar el conflicto, manifestando que no estamos en presencia de una crisis y que los países europeos tienen reservas suficientes. El Gobierno de Berlín, por su parte, dijo que Alemania dispone de importantes reservas y considera que es un problema colateral, que comprende a Rusia, pero también dice que los procesos de adaptación de los precios deben de estar acompañados de períodos de transición planificados.

Por su parte los países de Europa del Norte están muy preocupados por la creciente dependencia energética de Rusia. Suecia no apoya el tendido de la bifurcación sueca del gaseoducto subacuático ruso-alemán, Estonia acaba de reducir sus vínculos energéticos con Rusia y Finlandia acaba de rechazar una solicitud de la compañía rusa United Power de tender un cable de 1000 megawatios por el fondo del Golfo de Finlandia.

Lo cierto es que una vez más se pone de manifiesto la crisis energética europea y la consecuente necesidad que tiene Europa del suministro energético exterior y por ello nuevamente aparece la necesidad de afrontar la rehabilitación del uso de la energía nuclear que se presenta como una alternativa tanto a la cobertura energética europea y a la reducción de la creciente dependencia de Rusia, como a la emisiones de CO2 que genera el uso de carbón, gas y petróleo y que impiden el cumplimiento de los objetivos del Protocolo de Kyoto.

El Parlamento Europeo acordó el pasado día 14 de diciembre reducir las emisiones de CO2 en un 30% hasta el año 2020 y aunque manifestó que había que lograr que las energías renovables representasen el 25% del total en el 2020 también reconoció el papel que la energía nuclear debe jugar en el futuro, y este es el sentido de uno de los importantes documentos que la Comisión presentará el 10 de enero bajo el título “Análisis Estratégico de la Política Energética de la UE” en el que se manifiesta la necesidad de contar con la energía nuclear.

El problema es que mientras algunos países son claramente partidarios, sobre todo Francia, Finladia, acaso Suecia y ahora los Países Bálticos y los países de Europa Central, otros países entre ellos España han optado por salir de ella y siguen pensando que gran parte de la solución está en el desarrollo de las energías renovables. Este es el debate más importante de estos años en el que la polémica acabará estando centrada, se quiera o no, en el inevitable dilema entre energía nuclear o acabar con los efectos debastadores del calentamiento del planeta y también es este el principal desafío que corresponde a la Presidencia alemana y a su Canciller Angela Merkel quien deberá impulsar las propuesta de la Comisón Europea en materia de energía del próximo 10 de enero para construir una verdadera política energética europea, tal y como se espera para el Consejo Europeo de Bruselas de marzo de 2007 que garantice el abastecimiento, que logre un auténtico mercado interior europeo de electricidad y gas y que sea compatible con la conservación del medio ambiente.

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*Rogelio Pérez Bustamante es Chaire Jean Monnet y Catedrático de Historia del Derecho de la URJC.

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