Los trabajadores de Doña Manolita estaban que no cabían en sí de gozo. La administración hacía unos años que no repartía premios de peso de la Lotería de Navidad. Y, de repente, se encontraron, de golpe con dos premios: el Gordo y un quinto premio. Vendieron dos series del quinto premio (53.238) y un billete del primer premio (55.469).

Concha Corona, la encargada de la administración, explicó que ambos números vinieron incluidos en la primera consignación y que tuvieron que pedir dos tandas más ante la masiva afluencia de clientes. "Vienen aquí porque damos premios todo el año, no sólo en Navidad. Nosotros nos llevamos la alegría de saber que hemos hecho felices a mucha gente", aseguró.
Sin embargo, por allí no había ni rastro de los ganadores. "Los agraciados suelen ser bastante discretos y tímidos, por eso no vienen", aseguró Concha. La encargada añadió que los premiados, habitualmente, les suelen hacer un montón de regalos como flores, bombones, etcétera.

Alrededor del establecimiento de Gran Vía 37 comenzaron a arremolinarse curiosos que preguntaban qué premios habían tocado. Concha les explicaba pacientemente la relación de números mientras brindaba con champán junto a sus compañeros.
Fernando era uno de los ciudadanos que se acercaron. "Siempre compro en Doña Manolita la lotería de Navidad. Es una tradición de la ciudad, como vestirse de chulapo en San Isidro". Jennifer preguntaba la terminación del Gordo.
Es ecuatoriana y pasa sus primeras navidades en España. "La lotería española es encantadora, toda la gente se vuelca con el sorteo y se alegran por sus vecinos".
'Doña Manolita' está situado en Gran Vía desde 1931. Antes estaba emplazado en la calle San Bernardo. Es la única administración de España que ha vendido 25 Gordos en un solo año.
Abonados de toda la vida Más o menos a la misma hora, una empleada de un salón de belleza salía a la calle Larra corriendo y preguntando a gritos: "¿Cuál? ¿Dónde?" Acababa de enterarse de que el Gordo había caído en la administración de loterías de al lado, la número 88. Ana López, la dueña, había vendido diez décimos premiados con 300.000 euros cada uno. Tanto ella como Margarita Martínez, su empleada, sonreían cuando les preguntaban si conocían a los afortunados. "Claro, son abonados de toda la vida. Todas las semanas vienen a por su décimo con ese número", explicaba Ana. "Son amiguetes que trabajan en Chamberí y alguno de Tetuán y Cuatro Caminos, y uno de ellos se ha llevado cinco décimos para una reventa suya", precisó.

El Gordo premiaba así la fidelidad de esos compradores, una costumbre con la que a otros les costó un disgusto romper. "Jugamos todos los años y, justo en 2007, cuando toca, no lo hicimos", lamentaba con una sonrisa amarga una integrante del grupo de teatro de mayores El Abanico, que linda con la administración.
Mientras Ana descorchaba el champán con Domingo Macías, camarero de un bar cercano, se confesaba encantada de haber dado el Gordo después de 23 años como dueña del establecimiento. Cuando heredó el negocio de su madre, la Ley de Incompatibilidades la obligó a elegir entre las loterías y su trabajo en Radio Nacional y Televisión Española, así que lo único que lamentaba este sábado era la presencia de las cámaras de televisión: "¡Veintitrés años sin querer salir en la tele y ahora esto!", reía.
Por último, en la administración número 143 de Madrid se brindó con champán por haber repartido otros diez décimos del Gordo de Navidad 2007 entre "gente del barrio y oficinistas".