Hablemos de la leche o el pan

No es fácil entender cómo los expertos miden el cada vez más famoso y trascendental IPC que, traducido, significa Indice de Precios del Consumo; pero acontece que el Gobierno, la macroeconomía, en los despachos, se barajan unas cifras que luego la ciudadanía desmiente sin necesidad de ordenador ni grandes cálculos: se abre la bolsa de plástico (¿para cuándo el pape, para cuándo?) del híper de turno y el personal enumera uno tras otro el precio que ha pagado y lo que pagaba hace un año. El resultado es abrumador y hay una conciencia, una certeza generalizada de que la vida ha subido mucho, demasiado, en estos últimos meses. Y lo que nos queda. La alimentación en sus productos más básicos, está por las nubes y empezamos el año con una elevación considerable de la luz, el transporte, el gas... y un euribor que no parece tender a la baja sino más bien al contrario y que encarecerá aun más las hipotecas.

Y esto, que es un hecho comprobable y comprobado, sería mejor recibido por la ciudadanaza si desde el Gobierno se nos dijera que sí, que esta vez toca apretarse el cinturón, que se siente y que la tormenta pasará y se harán esfuerzos serios ante el empresariado por adecuar en la medida de lo posible los salarios a la subida del coste de la vida. ¿Y lo dice? Todo lo contrario.

El Gobierno, que no puede vender demasiado bien ni el tema territorial ni la situación con ETA, se dedica a la auto loa económica y habla de las grandes cifras que al parecer son muy positivas pero que desde mi punto de vista, resultan perjudiciales para sus intereses. Porque el ciudadano no entiende que si la economía española va también como dicen, por qué diablos la suya personal, la que le afecta, va de mal en peor. Algo no cuadra y las pensiones siguen siendo miserables lo mismo que los salarios que están muy lejos de los países que nos rodean. Y ese es uno de los temas de los que nunca se habla: se nos dice la inflación afecta a toda Europa y es verdad, pero al parecer aquí estamos un punto por encima de la media y con unos ingresos familiares por debajo de Francia, Alemania, Italia etc.

El panorama económico, por mucho que diga el Ejecutivo y por muchos cheques que se vayan repartiendo, no es alentador. Y cuidado con la Construcción, no vaya a ser que de tantas ganas que teníamos de que bajaran los pisos -que era un escándalo- se nos estanque ahora ese sector que según el tópico cierto es uno de los pilares de la economía. Como falle la construcción más de la cuenta, esto puede ser un problema grave.

No creo que el Gobierno tenga la culpa de todo esto. Son ciclos y más en una economía global. Lo que me cabrea es que, una vez más, intenten engañarnos diciéndonos que todo va muy bien cuando, día a día, somos testigos y protagonistas mártires de que no es así.  Asuman la realidad y reconozcan que llegar a fin de mes ahora es más difícil que hace un año. No nos hablen de macros sino de naranjas, pan, luz, leche, gas...