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Aznar cabalga de nuevo

Aznar cabalga de nuevo

jueves 17 de enero de 2008, 20:27h

Escribía hace cuarenta y ocho horas que en la decisión de Rajoy incluyendo en la lista de Madrid a Pizarro había pesado la consideración del refuerzo político que podía añadir quien se había batido el cobre con el gobierno de Rodríguez Zapatero a propósito de las opas de Endesa, con beneficio para los centenares de miles de accionistas; que era un buen fichaje; pero también se decía que Manuel Pizarro, pese a sus protestas de humildad, tiene talla y ganas para aspirar a la presidencia del gobierno, y que ingresa en el partido popular en unas circunstancias en las que, más pronto que tarde, se va a dilucidar la presidencia del partido.

Esta interpretación sigue vigente, pese al descabalgamiento a las bravas de Alberto Ruiz Gallardón de las listas al Congreso por Madrid, pero acumula algunos datos nuevos que ponen en evidencia que Mariano Rajoy  no domina su partido, al menos en los asuntos más trascendentales, y que es Aznar y sus albaceas, Acebes, Esperanza Aguirre, Zaplana, Astarloa y algunos otros, quienes siguen manejando la organización y sus estrategias con las adherencias del sector más conservador.

Este es el significado más relevante de los últimos movimientos, entre los que no es especialmente destacable la defenestración de Ruiz Gallardón, con un incontestable tirón electoral y representante del sector moderado del partido popular y representa la consagración de los aspirantes a la presidencia del partido popular si Rajoy pierde las elecciones  (con estas torpezas lo va a tener fácil) y la apuesta definitiva por el núcleo más montaraz del partido, el que maneja Aznar. Por esto la treta aparentemente salomónica para apartar al alcalde madrileño del Congreso de los Diputados ha sido un doble error: por las consecuencias negativas que tendrá en el ámbito electoral y por el abandono del espacio político de centro, al que parece que se renuncia al menos temporalmente sacrificando a su representante más conocido como antes se sacrificó a Matas o Rato o López Medel, o a Piqué en Cataluña y a tantos otros procedentes del centrismo ucedista o de extracción moderada. 

La “operación” puede vestirse como se quiera, incluso que ha sido  trazada por inspiración divina. En todos los partidos políticos se aprende a interpretar los hechos de la manera más favorable de cara al exterior: otra cosa es que consigan que el elector lo admita como se lo venden. En este caso Rajoy ha acudido a dos argumentos banales, como son cumplir el compromiso de Alberto Ruiz Gallardón y de Esperanza Aguirre con sus electores y sus instituciones, y poner en igualdad de condiciones -acuerdo salomónico- a dos aspirantes a la sucesión en la presidencia del partido.  Todos saben que liderar un partido sin un escaño en el Congreso de los Diputados, es más que difícil. Ahora, descartados los dos candidatos conocidos, se abren otras posibilidades entre el grupo de Aznar, entre otros al flamante número dos de la lista de Madrid, personaje muy válido y asesor y amigo del ex presidente.

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