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En el diario La Nación de Argentina

Los temores de Carlos Kauffman

Los temores de Carlos Kauffman

domingo 17 de febrero de 2008, 03:15h
De acuerdo a un trabajo periodístico firmado por Hugo Alconada Mon y publicado este pasado sábado en el diario La Nación (Argentina), Carlos Kauffmann, devela deseos, miedos y sinsabores… reproducimos aquí la crónica

 

Este es uno de los cuatro detenidos en Miami por el caso Antonini, Carlos Kauffmann quiere recuperar su libertad cuanto antes. Lleva dos meses en “el Hoyo”, como llaman al área de confinamiento solitario de la alcaldía, y desconfía de todos sus compañeros de unidad por igual. Sospecha que quieren sacarle información para ofrecérsela a la fiscalía, a cambio de algún beneficio en sus regímenes de detención.

Quien lo cuenta no es una voz en off , sino su propio abogado defensor. Neil Schuster presentó ayer un escrito que amplía sus argumentos y replica los del fiscal Thomas Mulvihill, en su tercer intento por lograr que algún juez federal de Miami le conceda la fianza.

Kauffmann, según detalló Schuster, está alojado en la Unidad Z del duodécimo piso del Centro de Detención Federal de esa ciudad, la FDC Miami Warden, un edificio de cemento tan alto y contundente como estrechas son sus ventanas con vidrios esmerilados de seguridad.

Tras varios reclamos a la alcaldía, dijo el letrado, Kauffmann no tiene compañero de celda como todos los demás. Pero eso no se debe a una prerrogativa, sino a un temor que, de tener asidero y él algo que ocultar, podría más de un serio problema.

“Una variedad de informantes presidiarios han pasado por la celda de confinamiento solitario del acusado buscando leer y aprender más sobre él, de modo de que esa información pueda ser usada para obtener un favor con la fiscalía”, dijo Schuster, que enseguida planteó su reclamo: “Una fianza bajo una combinación de condiciones es apropiada“.

El letrado se permite también una ironía para sostener su reclamo de excarcelación. “Aparentemente, «el Hoyo» es el lugar en el que aquellos que son acusados de ser «agentes no registrados» son ubicados, aun cuando el objeto de su delito es el encubrimiento de un aparente contribución a una campaña presidencial”.

Sin embargo, ni su temor a encontrarse entre soplones ni sus inusuales condiciones de detención encarnan la preocupación que le quita el sueño desde hace meses a Kauffmann, el ex socio de Guido Alejandro Antonini Wilson. Es la seguridad de su familia.

Kauffmann y Franklin Durán, el otro ex socio del empresario requerido por la justicia argentina y sospechoso, para la presidenta Cristina Kirchner, de ser el protagonista de una “operación basura”, mantuvieron con él una reunión clave el 23 de agosto, sin saber que eran grabados por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).

Durante esa reunión en un restaurante de Fort Lauderdale, relató el agente especial del FBI Michael Lasiewicki, Durán contó que había hablado con “muy altos funcionarios” del Ministerio de Justicia y la Dirección de Inteligencia (Disip) venezolanos, y que Antonini sería perseguido por las autoridades “tanto de la Argentina como de Venezuela si decía que los fondos no le pertenecían a él”. Es decir, los US$ 800.000 de la maleta.

Amenaza o sugerencia

También presente en aquel encuentro, Maionica añadió que si reconocía ese dinero como propio, la petrolera estatal Pdvsa correría con todos los gastos legales y financieros de su defensa. Y fue entonces cuando Kauffmann hizo el comentario por el que continúa detenido. Le dijo a Antonini que “las consecuencias de sus futuras acciones podrían poner en riesgo la vida de sus hijas”, según el relato acusatorio.

Para la fiscalía, ese comentario, que se suma a que ahora sabe que Antonini colabora con las autoridades, permiten concluir que Kauffmann sería un “peligro para la comunidad” si recuperara su libertad. En particular, para su ex socio y su familia.

Pero para su defensa su frase fue malinterpretada. Según Schuster, fue el comentario que cualquier amigo le diría a otro para urgirlo a que se cuide, idea que buscó convalidar con un dato hasta ahora desconocido. “Más aún, durante la reunión del 23 de agosto con la fuente confidencial [del FBI y de la fiscalía] Antonini, el acusado [por Kauffmann] mencionó que él mudó su familia de Venezuela a Estados Unidos a la luz de sus propias preocupaciones por amenazas a su seguridad.”

Junto a su mujer y sus hijos, Kauffmann vivía al norte de Miami, a diferencia de Antonini y Durán, que residían en Key Biscaine. Su esposa, embarazada y de bajo perfil, concurrió a la segunda audiencia cuando irrumpió el escándalo, en diciembre. Y reapareció tras a dar a luz, en la última audiencia, el lunes 11.

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