www.diariocritico.com
Relato de una semana de pasión(es)

Relato de una semana de pasión(es)

viernes 14 de marzo de 2008, 21:46h
Por mucho que haya vencido, Zapatero tiene ahora que convencer: ya no caben ni pactos con Esquerra Republicana de Catalunya ni con Izquierda Unida. Tampoco caben demasiados acuerdos con los nacionalistas catalanes, ‘vetados’ por el presidente de la Generalitat, José Montilla, quien comienza a pasar a Zapatero las facturas de los buenos resultados obtenidos por el PSC.


Llegamos a los albores de las vacaciones de semana santa -15 millones de desplazamientos en coche, nos dicen los de la DGT-con el profundo cansancio político acumulado tras una campaña electoral agotadora, tras los resultados de las elecciones y después del terremoto causado por el veredicto de las urnas. Tremendo. Sospecho que, casi como nunca, Zapatero tiene mucha meditación ante sí mientras recorre -o corre- las dunas de Doñana: cuándo encontrarse con Rajoy y para qué, a quién nombrar ministro y a quién separar de la amada cartera ministerial, qué hacer con el PNV, qué con los nacionalistas gallegos...

Porque todo indica que ZP regresa -nunca se fue- lleno de ideas. Confiemos en que ahora estén suficientemente meditadas. Puede elegir su camino, porque nada le pone (demasiados) obstáculos. Ni siquiera la oposición, ensimismada en sus problemas internos, aunque ahora, tras la sabia decisión de Rajoy de no tirar la toalla, esos problemas sean algo menores.

En todo caso, se inicia, más que en otras épocas poselectorales, una nueva etapa tanto para el gobierno como para la oposición. Por mucho que haya vencido, Zapatero tiene ahora que convencer: ya no caben ni pactos con Esquerra Republicana de Catalunya ni con Izquierda Unida. Tampoco caben demasiados acuerdos con los nacionalistas catalanes, ‘vetados’ por el presidente de la Generalitat, José Montilla, quien comienza a pasar a Zapatero las facturas de los buenos resultados obtenidos por el PSC.

Así que a ZP le quedan pocas posibilidades: el PNV, el BNG…y, claro, pactos puntuales con el Partido Popular, con ese Rajoy con quien no se entiende pero que él sabe que es la mejor de las hipótesis al frente de los ‘populares’: ¿se imaginan el grado de confrontación entre el Ejecutivo y la oposición si ésta estuviese liderada por Esperanza Aguirre, como especularon los cenáculos y mentideros madrileños en algún momento de esta semana que concluye?

Claro que también Rajoy tiene mucho que meditar; se ha desembarazado de Zaplana, se le ha adherido ‘incondicionalmente’ Gallardón, Aguirre le ha proclamado fidelidad, lo mismo que los restantes ‘barones’ territoriales. Aznar y Rato ya no cuentan en la práctica. Nada oscurece, sobre el papel, su marcha triunfal hacia el congreso de junio. A menos que no acierte a la hora de formar ‘su’ equipo, un concepto que, por cierto, excluye que ‘suyos’ sean todos los militantes del PP. Y a menos, desde luego, que no sepa deshacerse de esas adherencias que no están en el núcleo del PP, sino en la periferia, y que unas veces le apoyan y otras le apuñalan porque no sigue los dictados de sus ‘protectores’.

Sin embargo, de la misma manera que Zapatero tiene las manos bastante libres -con todas las presiones de las ‘baronías’ que se quiera- para hacer buena su promesa de gobernar para todos los españoles, pienso que Rajoy cuenta ahora con mayor libertad de movimientos que antes del domingo 9 de marzo; puede forjar el partido de oposición que desee sin renunciar a pactar con el presidente del gobierno en aquellas cuestiones importantes para el Estado (y, por tanto, para todos los españoles) que nos quedan pendientes de la anterior legislatura. O sea, casi todas.

Sí, soy moderadamente optimista. Creo que el momento es bueno para avanzar en la dirección que una mayoría de los españoles ha considerado la correcta. Sólo falta que las ambiciones, la cortedad de miras o la simple estupidez no lo desaprovechen.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios