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Dos instalaciones históricas al servicio de la ciudad

lunes 24 de marzo de 2008, 14:10h
Las dos instalaciones de Metro reabiertas este lunes han formado parte importante de la historia de Madrid. Más allá de su mero uso para el transporte público ambas han servido a los ciudadanos de manera vital a lo largo del último siglo.
La estación de Chamberí o 'estación fantasma', como se la conoce popularmente, fue creada por el arquitecto Antonio Palacios y Joaquín Otamendi e inaugurada el 17 de octubre de 1919 por el rey Alfonso XIII. Formó parte del primer tramo de Metro que se abrió en España. Su vida como estación fue, sin embargo, corta. Cerró sus puertas el 21 de mayo de 1966 a causa de la ampliación de la longitud de andenes de 60 a 90 metros. La línea 1 creció para dar capacidad a trenes más largos y su utilidad era muy pequeña porque no permitía al tren coger velocidad entre estaciones. Está demasiado cerca de sus vecinas inmediatas –está a 223 metros de Iglesia y a 310 de Bilbao–.

A partir de entonces, sufrió un abandono progresivo incluso poniendo seguridad privada. El mobiliario estaba destrozado, mosaicos rotos, anuncios quemados, muebles pintarrajeados y grafitis en todos sitios. Incluso se hizo el 'hogar' de numerosos 'sin techo'. En 2005 se tomó la inciativa de recuperarlo al público.

La antigua nave de motores de Metro en Pacífico fue construida entre 1922 y 1923 y empezó a funcionar a partir de 1924. En su interior están instalados tres enormes motores diésel y el resto de la maquinaria (alternadores, dinamos y baterías) que en su momento almacenaron energía para hacer funcionar los trenes. Durante la Guerra Civil, y debido a las restricciones, proporcionaron energía a la ciudad, a través de la compañía Unión Eléctrica Madrileña. Con el paso del tiempo y la garantía del suministro, la central quedó obsoleta y dejó de funcionar en 1972, siendo clausurada en 1987.
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