martes 25 de marzo de 2008, 16:09h
Por encima de los cambios, que seguramente serán menos de los que esperamos y más de los que se esperan ellos, por encima de los pactos imprescindibles, que serán menos de los necesarios y más que los algunos quisieran, hay asuntos que demandan atención prioritaria pero que tendrán que esperar a que haya nuevo Gobierno, nuevos ministros, programas y responsabilidades definidas. Dicen que Solbes que es uno de los ministros sin carné –que ahora parece que cobran mayor protagonismo, lo que cada día enerva más a los militantes- ha reclamado las competencias sobre energía porque es un asunto clave y no quiere dejarlo en manos de ministros-cuota o ministros-programa. Me sorprende que un vicepresidente económico, con mando en todos los Ministerios competentes, tenga que andar peleando por llevarse competencias. O no le hacen caso o no se fía, y no sé qué es peor.
Mientras Inglaterra y Francia se unen y se comprometen a multiplicar su programa nuclear e incluso exportarlo, España sigue pensando en cerrar las centrales nucleares y vivir de las energías renovables, lo que queda muy bonito y muy “progre”, pero es imposible si se quiere mantener la competitividad y que el país funcione. Somos un país dependiente en un ochenta por ciento de energías que producen otros, que compramos fuera, y eso significa que somos débiles y que nos va a costar más cara cada día, como ya está sucediendo con el petróleo y con el gas natural. Si todos esos costes se trasladan a los recibos y a los productos –como piden las eléctricas, los agricultores, los industriales y los transportistas, la inflación se va a disparar.
Además, las grandes empresas españolas del sector están amenazadas por otras extranjeras, como sucedió con Endesa, y podemos convertirnos en territorio colonizado. La energía es un instrumento básico del desarrollo y, si Solbes no nos salva estamos perdiendo la batalla. El Nobel de la Paz y presidente del Panel sobre el Cambio Climático, Rajendra Pachauri, dice que no se puede descartar la energía nuclear como alternativa a los combustibles fósiles, pero lo malo es cuando las que son fósiles son las ideas.
Lo mismo sucede con el agua que desde que el hombre es hombre ha sido motivo de disputas y hasta de guerras. El agua es futuro y progreso, pero también motivo de enfrentamiento entre territorios. Es absurdo que sobre agua en algunos territorios y que en otros no haya ni para consumo humano. Que alguien prefiera que se desperdicie en el mar antes que compartirla con los que carecen de ella. Que quienes rechazan los trasvases para otros, los promuevan en su territorio. Que se hable de las desaladoras, como solución mágica, y que no se acometan las obras prometidas hace cuatro años. El agua es uno de los problemas más importantes en el mundo subdesarrollado, donde siguen muriendo decenas de miles de personas por esa carencia, pero también en la sociedad superdesarrollada. Carecemos de una política de agua, salvo que algunos entiendan que, una vez ganadas las elecciones, los que han perdido sólo se merecen “ajo y agua”.
francisco.muro@planalfa.es