Pero ¿asesora MAR a alguien en el PP?

Primero, la declaración de intenciones: Miguel Angel Rodríguez Bajón (MAR) es amigo –o, al menos, como tal lo considero yo—desde que abandonó la portavocía del gobierno en tiempos de José María Aznar. Discrepamos en casi todo lo que se refiere a política, pero tengo la impresión de que no estamos demasiado lejos en una cierta concepción anarquista de la existencia. Me parece que Rodríguez tiene un respeto semejante al mío hacia la clase política en general: ha visto demasiadas cosas desde demasiado cerca. Supongo que a ninguno de los dos les gustaría demasiado la comparación, pero, en este sentido, me recuerda bastante a la actitud distante de la ‘melèe’ que mantiene otro autor reciente de libro, el socialista ‘no ejerciente’ Julio Feo, también gran amigo mío y que también tuvo mucha influencia cerca de un presidente de gobierno. Un día me gustaría reunirlos a ambos y escuchar sus opiniones sobre la marcha de sus respectivas tendencias anímicas.
 
Una vez dicho esto, y habiendo pasado por el registro de intereses, debo decir dos cosas: no acabo de entender la actitud ocasionalmente algo histriónica de MAR, que ha decidido aplicar un humor algo desgarrado a sus opiniones como tertuliano, por ejemplo  en Telemadrid, donde a veces nos confrontamos. La segunda cosa es que MAR me parece ocasionalmente admirable: te lanza una barbaridad –desde el punto de vista de lo políticamente correcto—y se queda tan ancho. Cierto que sus opiniones siempre se inclinan hacia un solo lado, cierto que José María Aznar sigue siendo uno de sus grandes referentes, pero no menos cierto que adopta una postura sarcástica, provocativa, que, en suma, a mí al menos me cae bien.
 
Pero digo que me parece admirable también por otra cosa: su afán innovador, demostrado desde en su manera de conducir la portavocía en Moncloa hasta su actual afán por sacar a flote una tele en Internet, cosa asaz dura, como bien puedo testimoniar desde este diariocriticoTV. Ahora nos lanza nada menos que dos novelones –mil doscientas páginas en total—de corte más clásico uno, de factura investigadora en lo formal la otra (¿de dónde saca tiempo este tío?). Confieso que me he adentrado con gusto en la primera, ‘Gemelas’, y me ha costado más zambullirme en la segunda, ‘La cruz secreta del emperador’, donde su pasión por introducir nuevos lenguajes, los del SMS, aunque sea en plan crítico, inevitablemente aleja al lector. Sobre todo, cuando este lenguaje se quiere hacer compatible con el de un manuscrito medieval; demasiado salto para mí, aunque ya digo que, no habiendo concluído sino una lectura superficial de algunas partes de esta ‘cruz’, correría el riesgo de ser injusto. En su momento, ensayaré una crítica desapasionada más demorada de la obra de MAR, que, al menos en aquellos tiempos de ‘La trama Gladio’, me hizo pasar buenos ratos de lectura a bordo de un avión, que es donde se testan los ‘thriller’.
 
En fin, tenemos hoy a MAR en nuestro Chat, por donde tantas personas de tan variada condición, pero que siempre tienen algo que decir, están pasando. Creo que ya le han llegado muchas preguntas, algunas sobre estos libros, pero varias otras interesándose por su opinión sobre lo que está ocurriendo en el Partido Popular. ¿Está MAR asesorando a alguien, a alguno de los dos bandos, en el PP? Sinceramente, aunque los rumores en este sentido sean variados, lo dudo. A este personaje, que lo es en toda su amplitud, se le pueden achacar muchas cosas, buenas y no tanto. Siempre quien tuvo responsabilidades en el mundo de la comunicación es polémico, pero hay algo que de MAR no podrá decirse: que aconsejase equivocadamente a su jefe, el presidente de Castilla y León, primero, el presidente del Gobierno de España después. Es decir, José María Aznar. De hecho, el declive de imagen de Aznar comenzó, guste o no decirlo ahora, cuando MAR se marchó de La Moncloa.

Le preguntaré algo de esto hoy, si tengo la oportunidad.