PNV: mociones éticas y a la vez plazas con nombres de etarras

Ha tenido que ser por la actuación del juez de la Audiencia Nacional
Santiago Pedraz que se van a tomar represalias por una plaza con nombre de un etarra. Pedraz va a
tomar declaración al alcalde de la localidad vizcaina de Arrigorriaga, el peneuvista
Alberto Ruiz de Azúa, después de que la asociación Dignidad y Justicia que preside
Daniel Portero, hijo de un asesinado por ETA, interpusiera una demanda
Nos parece que no es una combinación muy lógica aliarse con el PSE para presentar las mociones éticas de condena a ETA -de lo que todos los ciudadanos de bien deberían alegrarse- en los ayuntamientos del País Vasco y, al mismo tiempo, permitir esto. Es evidente que la plaza, que lleva el nombre del miembro de ETA
José Miguel Beñaran, alias '
Argala', puede suponer un acto de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas. La palabra la tiene el juez, pero nosotros condenamos que aún haya plazas y calles con estos nombres. Y más si esos municipios están regidos por partidos claramente democráticos, no por proetarras (ANV, batasunos...).
Cascos y el ¿innecesario? debate sobre el centro
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No entendemos demasiado bien lo que viene a cuento de las intenciones de
Álvarez Cascos. El por entonces ‘número dos’ de
Aznar cuestiona ahora la definición de centro, de partido reformista y liberal.
Precisamente con todo lo que está en juego ahora en Génova, lo que no podemos entender es esta postura crítica con la ideología del partido y la ponencia política de cara al congreso de junio. Una polémica que ni siquiera se había mencionado cuando surgió el episodio protagonizado por
San Gil, ya que ésta se basaba en el trato -supuestamente y de manera simplificada- con los nacionalistas.
Guste o no guste a Cascos, lo que parecía que no estaba a debate era eso del ‘centro’ político, sino más bien el liderazgo y la ‘raza’ del que deba ser el presidente del PP. Aunque eso sí, no podemos dejar de subrayar la altura y sentido político de quien fuera ex secretario general del PP -una vacante complicada de cara al congreso de Valencia-, quien, definitivamente, ha puesto el dedo en la llaga. El enésimo problema para
Rajoy, al fin y al cabo.