Globalización terrorista

En los años ochenta del siglo pasado era el secreto de Polichinela: cuando eran perseguidos en Francia y se sentían acorralados en España, los pistoleros y colaboradores de la  organización terrorista ETA buscaban refugio en América. En aquellos años fueron detectados etarras en Uruguay, en Nicaragua, en Méjico y en Cuba. Ahora, veinte años después, parece que a su lista de "santuarios", han añadido Venezuela y la sierra de Colombia.

   Las comprometedoras anotaciones encontradas en el ordenador del colombiano Raúl Reyes (cabecilla de la narco-guerrilla de las FARC, muerto  recientemente en un bombardeo), han puesto blanco sobre negro lo que antes era una verdad sin pruebas.

   El ordenador -desentrañado por técnicos de Interpol-, aporta noticias sobre planes de los terroristas para perpetrar atentados contra personalidades colombianas residentes en España. Un proyecto para el que contarían con el apoyo de la ETA, organización que, según los datos contenidos en el mencionado ordenador, habría establecido algún tipo de colaboración con los terroristas colombianos.

   La Fiscalía de la Audiencia Nacional -que otorga crédito a estas informaciones- ha decidido investigar el caso. A éstas alturas de la película, lo sorprendente es que no conste que el Gobierno español  haya iniciado gestiones para averiguar por canales diplomáticos  hasta dónde alcanza la anunciada colaboración entre las FARC y la ETA; lo sorprendente es que apenas tengamos información oficial acerca tan inquietante intento de globalización del terror.