Sobre la educación superior

En estos momentos se está terminando de redactar por las mesas 1 y 7 de la Asamblea Constituyente el articulado sobre educación superior. Se trata de un tema complejo donde las soluciones maniqueas o simplistas pueden hipotecar gravemente el futuro de la educación superior que es un sector estratégico clave del país. Los extremos se tocan. ¿Cómo conciliar por ejemplo libre ingreso con calidad? Si los jóvenes de hoy tienen más opciones y por ello albergan más dudas e indecisiones, si es cierto que maduran más tarde por la índole de nuestras sociedades, la fórmula del libre ingreso, sin tomar en cuenta los indicadores de deserción, repetición y sobre todo puestos de trabajo en el futuro, ¿puede tomársela con seriedad? ¿Es la universidad la única y segura instancia de movilidad social? ¿Seguimos en la década de los setenta del siglo pasado o el país, pese a lo que se diga, ha cambiado y cambiado en positivo en la medida en que su juventud necesita mejores opciones que no pasan necesariamente por la masificación universitaria?

¿Va a solucionar la gratuidad de la educación superior a nivel de carreras de pregrado los problemas financieros permanentes de las universidades públicas? Muchos rectores y muchas universidades encontraron por el camino del autofinanciamiento posibilidades de crecimiento. Alegar que se ha mercantilizado por ello la educación superior resulta parcial por no decir ingenuo. En todo caso, es un compromiso muy serio que asume el estado de financiar en su totalidad a las universidades públicas en el pregrado. La cuestión del uso de las finanzas tiene que aparecer en la rendición de cuentas y en la transparencia del quehacer universitario, y no en la dependencia de un determinado ministerio.

Las universidades particulares cofinanciadas y autofinanciadas significan un aporte importante a la educación superior. No puede desconocerse ese aporte por ejemplo cerrándoles fondos para la investigación o dejando a las cofinanciadas sin el porcentaje que hasta tienen. En toda América Latina, como lo demostró el "Informe del Iesalc sobre el estado de la educación superior 2005", la educación superior particular es un aliado de la pública y un interlocutor académico de valía.

¿Debe desaparecer el Conesup y ser sustituido por, digamos, una especie de viceministerio de educación superior? Los problemas de la educación superior no se van a solucionar eliminado a una instancia de las universidades por un ente estatal, por más técnico que se proclame y por más aparentemente libre de las influencias de los gremios que se defina. Lo que hay que hacer es darle al Conesup más poder, por ejemplo el de control que hasta ahora ha carecido y que explica entre otras razones sus debilidades.

Las universidades deben abrirse al mundo como lo fue desde su origen. Su oferta, a veces repetitiva -por ejemplo de carreras-, es también el problema de una sociedad que busca seguridad en lo mismo y de una empresa privada que todavía no acaba de valorar a la universidad como aliado estratégico.

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Editorial tomado del diario Hoy de Quito