miércoles 04 de junio de 2008, 22:26h
Muchas Veces la abundancia dificulta la síntesis y más aun cuando la magia de su misterio continúa colmando los caminos de la estética.
Su técnica perfecta afiligranada en pos de los sentimientos, desde el semi piano contenido al arrebato de emociones.
Recuerdo aquellos años que se me permitía ir a la función vespertina del Colón, era un niño todavía. Recuerdo su canto transportando y proyectando la tersura de una rosa y la fuerza de un paisaje en el suave deslizar del cincel de un orfebre.
Son nombres que con solo pronunciarlos ya nos sumergen en la infinita galería de recuerdos colmados de obras maestras.
Vive en mis emociones aquella primera vez que la vi.
Había comprado mi localidad de pie, allí arriba, casi donde termina el Teatro y comienzan a fundirse los nombres en oro. Por supuesto estaba viendo un cuento “La Cenerentola” junto a Renzo Casellato y Sesto Bruscantini.
En este momento cruza por mi mente “La noche de las dos Teresas” Teresa Berganza y Teresa Stich Randall en un Mozart más inolvidable aun.
Creo que su goce al interpretar las diversas formas de una obra , nos llevó innegablemente a disfrutar, aprendiendo que había detrás de una partitura, es más, nos reveló las calles, parques , plazas y avenidas de ese misterioso mundo de la música donde se mostraba sin ocultamiento alguno las grandezas de Rossini, Purcel, Biset, Massenet, Mozart etc.etc.etc.
Parecería que España está destinada a seguir generando quijotes irrepetibles, con el poder de desvelar los misteriosos caminos de la música, por esa calle que lleva a la historia grande, con el gran placer que no golpean a su puerta, ella, la historia, los llama.
Roque Vega (el “Lorquiano” del Tango)