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Carlos Reyna

El Presidente está molesto

El Presidente está molesto

lunes 23 de junio de 2008, 09:05h
Si se mira bien, la huelga de Moquegua ha terminado mejor que otras similares. Hay un acuerdo con el gobierno que satisfizo a los dirigentes y al pueblo de esa región. Hubo costos sociales, pero no muertes que lamentar, como otras veces. La lección más importante de todas es que ese tipo de desenlaces sí es posible.

¿Cómo fue posible? Primero, por la unidad del pueblo moqueguano, por su adhesión y organización en torno a sus demandas. Se buscan individuos a quienes responsabilizar, a los llamados radicales. Pero una reportera del programa La Ventana Indiscreta graficó así la situación: "No hay ningún dirigente, son todos … cada uno está haciendo lo que su conciencia le manda".

Segundo, porque hubo decisiones que impidieron un estallido de violencia. La del mando policial, por ejemplo, que le dio prioridad uno a evitar que se produjeran víctimas fatales. La de los líderes de la protesta que decidieron llevar a los policías retenidos a la parroquia de Moquegua y luego los liberaron. Y la del premier Del Castillo que siguió el diálogo aunque el simbólico puente continuara tomado. Si alguno de estos actores se portaba distinto, el resultado hubiera sido muy grave.

Hubo quienes alentaron opciones distintas. Como Lourdes Flores, que entrevistada por TV dijo: "No queda otro camino que la intervención policial con mucha fuerza… me imagino que tiene que haber una estrategia militar y policial". Luego corrigió lo de militar. Curioso lapsus, pero fue una idea muy extendida en la derecha y en cierto periodismo. Hay civiles más represivos que la policía.

Los hechos han mostrado que hubo otro camino hacia la solución, sin apelar ni a la violencia ni a la mucha fuerza policial. El del diálogo con los dirigentes moqueguanos. Debió ser antes, claro. La demora provocó la huelga. Pero finalmente fue una mezcla de huelga, diálogo y flexibilidad lo que resolvió el conflicto.

El desenlace no ha sido una derrota del gobierno. El acta suscrita no altera un ápice su política. Al contrario, que se resuelva sin víctimas una huelga tan intensa, es algo que debería contarse en el activo del premier Del Castillo.

Entonces, ¿qué le molestó al presidente García? Acaso que su ministro del Interior haya quedado otra vez maltrecho. O que su gobierno haya mostrado otra vez su imprevisión y desorden. El hecho es que descargó su furia con el general Alberto Jordán, acusándolo malamente de manso y destituyéndolo.

La lección que sacarán otros generales es que, para la próxima, un bloqueo se enfrente con armas de fuego en el cinto y se despeje como sea, aún al precio de vidas. Total, así venía siendo y a ningún general se le destituyó por ese motivo.

El problema es que eso no asegura que la gente se amanse. Y me parece que la cólera del Presidente se debe a la bravura de los ciudadanos, hartos de la mecedora.
:: Carlos Reyna (Perú). Analista político.
*Columna aparecida originalmente en el diario La República
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