...Y sólo ha faltado ver, este mediodía, a la brasileira Gal Costa, agitando armoniosamente su cuerpo y cantando con su inigualable voz eso de “Oh, balancê, balancê // quero bailar con voacê…”, porque se ha levantado el último de los siete velos que cubría la imagen de Isis (¡gracias, Damián, siempre tan oportuno con el detalle erudito!) o a la bíblica Salomé, danzarina de pro, quedándose en bolas delante de su padrastro el rey Herodes. ¡Aleluya, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y bien balanceados niños y niñas que me leéis! El Gobierno de ZetaPé ha hecho públicas las balanzas fiscales entre el Estado y las diferentes comunidades autónomas. ¡Aleluya, pues! Madrid, Cataluña, Valencia, Navarra y Baleares, las que más aportan al erario común. El resto de comunidades y ciudades autónomas, incluyendo el País Vasco (bien por Iñaki Altuna, alcalde de Bilbao y a Ibarretxe, el lehendakari de los vascos y de las vascas que le vayan dando morcilla de Okendo que, en lugar de arroz, lleva verduritas de temporada), como que quedan en situación tan desairada tal que así Martinsa/Fadesa. Y, de hecho, con un déficit que deja el de la inmobiliaria que ha convocado concurso voluntario de acreedores, como deudora de calderilla.
En estos momentos, pequeñines/as míos/as, Pedro Solbes se daría con un canto en los dientes si las diferencias aportadas por Madrid, Cataluña, Valencia, Navarra y Baleares sumasen sólo esos cinco mil y pico de millones de euros que dice que tiene colgaditos por ahí Martinsa/Fadesa.
Se ha abierto el baile. Extremeños, castellanoleoneses, castellanomanchegos, murcianos, gallegos, asturianos, cántabros, andaluces, aragoneses, riojanos, vascos y canarios, aparte de ceutíes y melillenses están invitados a la danza presupuestaria. La música la ponen madrileños, catalanes, valencianos, navarros y baleares. Algo así como una tonada de fusión, a base de castizo e isidril organillo, ronca tenora, dulzaina levantina, txistu del Reyno de Navarra y tamboril isleño. Los consejeros de Economía de esas cinco comunidades, a voz en grito, pueden descolgarse con un “Oh, balancê, balancê// queremos cobrar de voacê// suelta la pasta, de una puñetera vez// oh, balancê, balancê”. Lo malo es que ni ZetaPé, ni mucho menos Pedro Solbes, tienen el grácil cuerpo felino de tremendas mulatas brasileiras. Y, además, carecen del sentido del ritmo propio de los trópicos. Como compensación, los consejeros de Economía de las cinco comunidades pudientes (¿podemos decir ricas?) tampoco son una maravilla a la hora de dar el cante reivindicativo de una mayor equidad a la hora de aflojar la pasta con destino a la Caja Común. O sea que, como espectáculo musical lo de las balanzas fiscales se queda en un festejillo de esos de fin de curso, en el que padres y maestros, hacen el ganso sin ningún sentido del ridículo.
¿Qué tal si las reivindicaciones de madrileños, catalanes, valencianos, navarros y baleares las dejamos en un concurso voluntario de acreedores, para que Solbes pueda pedir una quita o, en todo caso, una moratoria en el pago? Aunque, en este caso, ¿quién será el administrador judicial de la financiación autonómica?...