En un día caluroso como el de hoy, el columnista se ha desayunado una buena sarta de memeces surtidas, servidas, a modo de menú largo y estrecho, por el lehendakari Juan José Ibarretxe. Y es que el buen hombre no para con lo de su plan apoyado in extremis por un solo diputado de la actual marca electoral de ETA, Batasuna y Cía.
Hay que tenerle muy poco apego a la dignidad que debe revestir a cualquier cargo público democráticamente elegido para hacer mangas y capirotes de la legalidad vigente. "Es la suspensión de nuestro autogobierno político", ha dicho el lehendakari, sin que, en su descargo, semejante memez pueda quedar disminuida o atenuada por un supuesto enajenamiento mental transitorio. Enajenamiento mental, sí. ¿Pero transitorio? Pues no. De ideas fijas, vamos. El Gobierno ha actuado como debía actuar: presentando un recurso ante el Tribunal Constitucional ante el referéndum, consulta o cómo diablos quieran llamarle de Ibarretexe. Y será el Constitucional quien se acabe pronunciando sobre este particular. Es la división de poderes de Montesquieu. Sometido, como todos los poderes públicos, al imperio de la Ley, lo único que podía hacer Rodríguez Zapatero era presentar el recurso.
Pero no, Juan José Ibarretxe considera que sus propuestas están por encima de las legislaciones, tanto la específicamente vasca –el Estatuto de Gernika—como la del Estado –la Constitución--, pasándose ambas por el forro de la txapela.
El lehendakari se comporta como Juan Villalonga, con la misma desfachatez de quien fuera compañero de pupitre de José María Aznar y presidente digital –o sea, nombrado a dedo— de Telefónica. Ambos se consideran por encima de cualquier circunstancia –incluidas las legales—que no cuadre con sus intereses o con la imagen mental que se hayan formado. Eso por ser benignos en el calificativo. Los dos, por supuesto, se mueven en el terreno de la estulticia. Son (somos) los otros los que deben someterse a sus delirios [Juan Villalonga, que se dispone a entrar en la carroñera rebatiña inmobiliaria de la capital valenciana, tiene los cataplines cuadrados cuando se pone en contacto con Luis Aragonés y no se lo comunica a Unai Emery, entrenador del Valencia, C.F.] El potentado de discutible fortuna y el aprendiz de Mesías vasco son tal para cual. Ambos se han ganado, por derecho propio, el ser preclaros miembros numerarios del Club de Asadores de Manteca. A su lado, el mítico e incomprendido Abundio tiene cociente de inteligencia de 160. Por lo menos. Sino almas gemelas, al menos las de la pareja son vidas en paralelo. Las coge Plutarco nos las cuenta con su amenidad acostumbrada y su ánimo de que resulten útiles (siempre se agradece que te digan lo que no debes hacer) para las generaciones venideras. Eso sí, cuando las cosas no vayan a su gusto, ¡hala!, a practicar el victimismo. Ibarretxe ya ha empezado. Villalonga lo hará dentro de unos meses, cuando los socios valencianistas le empiecen a poner las peras a cuarto y salgan a la luz sus primeros chanchullos y fantasías contables.