Los futuros disidentes

A finales de 2007, Raúl Baduel, ex ministro de Defensa de Venezuela, sorprendió a propios y extraños cuando se presentó ante la prensa para solicitar a los venezolanos que rechazaran la reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez. Si bien ese proyecto de reforma resultaba aberrante para cualquier persona con un mínimo criterio democrático, lo llamativo del caso fue que Baduel había sido uno de los hombres más cercanos a Chávez hasta mediados de ese año. De hecho, él fue uno de los artífices para que Chávez retomara el poder luego de haber sido derrocado en 2002.

Un caso similar es el de Luis Miquilena, considerado el mentor político de Hugo Chávez, y quien se desempeñó como ministro del coronel en dos ocasiones y también como presidente de la Asamblea Constituyente de Venezuela. Sin embargo, Miquilena rompió con Chávez al percatarse de que éste abandonaba los lineamientos democráticos.
 
Aquí en Ecuador, parece ser sólo cuestión de tiempo para que alguna de las personas que rodean a Rafael Correa (asambleístas, ministros, asesores) se distancie del Gobierno, como condena a las arbitrariedades cometidas. De hecho, luego de que 57 diputados (malos o buenos, pero elegidos por el pueblo) fueran cesados de sus cargos, luego de que la Asamblea declarara “en receso” al Congreso y se atribuyera funciones que no le competían, luego de que el bloque oficialista “reorganizara” a su antojo el TSE y decidiera reestructurar por sorteo la Corte Suprema de Justicia (CSJ), ya hubiera sido hora de que uno de los tantos intelectuales que forman parte del régimen levante su voz de protesta. Después de todo, muchas de esas personas se dieron a conocer, justamente, en las movilizaciones contra los cambios en la CSJ auspiciados por el “dictócrata”, los roldosistas y el MPD (ahora aliado al gobierno).

El silencio de estos supuestos defensores de la democracia puede ser fruto del miedo. O, tal vez, el poder pesó más que sus aparentes principios. Lo cierto es que si alguno de ellos llega a tener la entereza para alzar la voz ante los atropellos del Gobierno, ojalá sea pronto, antes de que la poca institucionalidad que le queda al país sea sometida a una sola voluntad.

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