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El fútbol italiano, más bochornoso y trágico aún

El fútbol italiano, más bochornoso y trágico aún

domingo 04 de febrero de 2007, 14:09h
“Así no podemos seguir”. La frase del presidente de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), Luca Pancalli, resume a la perfección el sentimiento en Italia tras los durísimos incidentes del último Catania-Palermo, con la muerte de un policía y decenas de heridos de diversa consideración. Una muerte que se suma a la ocurrida cinco días antes en un campeonato ¡de amateurs!, cuando los 'tiffosis' asesinaron a patadas al presidente del Sanmaertinese. Pero tal frase suena a hipócrita en este país donde llevan muchos años así –con la máxima violencia en Europa, muy por encima del Reino Unido y sólo comparable a la de Argentina- sin que se haga nunca nada, ni por parte de los dirigentes de clubes ni de la FIGC ni de los políticos. Aunque ahora, cuando el presidente Romano Prodi pide “una señal fuerte para evitar el hundimiento del calcio italiano”, parece que desde las altas esferas se han tomado el problema en serio e incluso desde el Ministerio de Deportes y el Comité Olímpico se habla de suspender definitivamente la Liga para buscar una solución.
 
Y es que el fútbol italiano hace años que está podrido. No sólo en este complejo asunto de la violencia, en la que se esconden, protegidos por los propios presidentes y directivos de los clubes, los ultras de ambos extremos ideológicos (con mayoría de fascistas y nazis), sino en otros quizás menos noticiosos a nivel general pero sí deportivo. Como, por ejemplo, el dopaje, en el que jamás el país transalpino ha hecho nada por investigar a pesar de las denuncias de algunos valientes jugadores y entrenadores. Y que, como señalan otros compañeros que han emigrado a España o compatriotas nuestros que han jugado allí, la máxima es ‘tómate estas pastillas o inyéctate esto y verás como corres', lo que realmente ocurre.
 
O, como por ejemplo, las mafias organizadas para falsear resultados, con apoyos oficiales, desde las instancias deportivas –uno de sus implicados era el exdirector general de la Juventus, Luciano Moggi y también la Federación y el seleccionador Lippi están siendo investigados-, que, al margen de cuando lleguen los juicios penales ya costaron duras sanciones económicas, en puntos y en pérdida de categorías, a varios clubes como la propia Juventus –entrenada por Capello, ejem, ejem…-, principal beneficiaria y a la que le han quitado el último título liguero por estos fraudes, el Milan y la Fiorentina.
 
Paradójicamente, este fútbol, además feo en el campo por defensivo y nada espectacular, se proclamó campeón del Mundo el pasado año en Alemania, para desgracia del deporte rey. Y aunque no tenga mucho que ver con los trágicos hechos de Sanmartin y Catania , conviene recordarlo. Con la opinión pública hasta y asqueada –un 70% creen que deben suspenderse las Ligas en todas las categorías, una idea que empieza a calar en prensa y políticos, todo indica que estas dos muertes –por ahora con la secuela de 22 detenidos- han colmado el vaso de casi todos en Italia, hartos de ser el dramático espejo en el que ningún otro país occidental quiere reconocerse.
 
Porque, desgraciadamente, el fútbol es el deporte mayoritario y un reflejo del comportamiento general de las sociedades de cada país, que sí se repite en los aconteceres de este deporte. Y el asqueroso espejo futbolero tampoco anda muy lejos de los líos políticos italianos, mafia al margen si es que se puede, que igualmente abochornan a sus ciudadanos: desde la corrupción, la 'tangentópolis' y las 'boutades' de Berlusconi –propietario y presidente del Milan, ejem, ejem…-como su último tema amoroso con su mujer.
 
No es que en España estemos libres de estos asuntos generales y futboleros, quia. Pero, afortunadamente, a años luz de los mismos, y aunque conviene no bajar la guardia, creo que como colofón a estas líneas puedo citar la frase de un italiano amante de España, del jamón, del flamenco y de los toros. Un prestigiosísimo abogado y jurista milanés, Elio Garberi, que en sus frecuentes viajes por aquí, corta cualquier conversación al respecto al hablar de los males españoles: “Sí que los sufren, pero comparados con los nuestros, son ‘peccata minuta’; ustedes ante nosotros, que somos los mejores profesionales al respecto, siempre serán aprendices nuestros, aficionadillos, chapucillas…afortunadamente para ustedes”. Amén. Y que sea por mucho tiempo.      
 
 
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