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Una escuela de amor propio

martes 12 de agosto de 2008, 13:51h
Los malos tratos o la depresión dejan a muchas mujeres en la cuerda floja, sin recursos ni fuerzas para salir adelante. A través del apoyo psicológico y de talleres de autoestima, un centro madrileño les ayuda a retomar las riendas de sus vidas.
Llegaron con heridas emocionales, de esas que se van agrandando poco a poco durante años y que requieren más tiempo todavía para cicatrizar. Cada una de las mujeres que acude al centro de día Ayaan Hirsi Alí, situado en Centro, lleva a cuestas una historia de maltrato, de depresión o de marginación. Es lo que se ha dado en llamar "riesgo de exclusión social", una experiencia traumática que las volvió vulnerables y las situó en la cuerda floja. Entonces fue cuando alguien —un psiquiatra, un trabajador social, un especialista en violencia de género— las envió allí para aprender los secretos del 'equilibrismo emocional'.

Así, participando en talleres de autoestima, compartiendo sus experiencias con las demás, visitando al psicólogo y conociendo a otras mujeres que han pasado por lo mismo, estas mujeres van haciendo su propia revolución desde dentro.

"La base de todo es la autoestima, para frontar el cambio y el crecimiento personal", señala una de ellas. "Y conocerse a una misma", apunta otra. Así definen ellas su proceso de 'empoderamiento' cuando les preguntan por significado de los mensajes que han escrito en el tablón.

Lo más difícil, y en esto todas están de acuerdo, es reconocer el problema y aceptar que se necesita ayuda, sobre todo cuando lo que hay detrás es un problema de malos tratos. Tanto que el tiempo medio que tardan las víctimas en denunciarlo asciende a ocho años, tal y como recordó la directora general de la Mujer, María José Pérez Cejuela, durante la visita que realizó este lunes al centro.

A su tocaya María José D., de 43 años, le costó aún más. Después de un matrimonio que duró veinte años, durante los cuales, asegura, sufrió malos tratos psicológicos "desde el principio", su marido la abandonó con sus tres hijos pequeños.

Sólo entonces se decidió a denunciar la situación y a pedir el divorcio. Mientras la justicia resuelve su caso —"llevan ya unos dos años"— ella acude a Ayaan Hirsi Alí cada semana. "Cuando te animas por fin a contar tu historia a los demás, te das cuenta de que ellos te aceptan con tu problema", apunta. A ello, añade, contribuyen las salidas con otras mujeres con hijos a su cargo, pero también la conciencia de que "ahora soy autónoma, no tengo que rendir cuentas a nadie".

Su compañera Susana, una peruana que lleva dos décadas en España, fue más decidida. Se separó "casi inmediatamente" de su pareja, con la que tenía tres hijos. Ella, como María José, tiene un trabajo que le permite salir adelante sin ayuda, aunque "fue muy difícil llevar una casa sola". Ahora sus vástagos son mayores y ella siente que ha recuperado el control sobre su vida. A pesar de eso, "pienso seguir viniendo, porque es una gran ayuda para mí".

Además de estas terapias grupales y de la asistencia psicológica, las más de 400 mujeres que han pasado por el centro tienen a su disposición actividades de apoyo al empleo, asistencia jurídica, una ludoteca para sus hijos y talleres de lengua española para las extranjeras, que suponen el 38,92 por ciento de las usuarias.

Una receta que también le ha funcionado a Aurora, de 67 años, para superar una depresión que, "sin saber cómo ni por qué", la sumió en un letargo del que solo se despertaba para comer y volver a tirarse en el sofá. "Los medicamentos del psiquiatra son útiles, pero tienen fecha de caducidad. A partir de ahí, tienes que ayudarte tú misma", asegura. En octubre de 2001, su psiquiatra le aconsejó que acudiera al centro, "y aquí, aprendiendo a cooperar con las demás y a escuchar, he revivido", dice con firmeza.
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