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Evo y Lugo: se fortalece la democracia

Evo y Lugo: se fortalece la democracia

lunes 18 de agosto de 2008, 07:21h

La toma de posesión, este viernes 15, del presidente de Paraguay, Fernando Lugo, poniendo fin a  61 años de gobierno de dictadura y unipartidismo del conservador Partido Colorado, y el resonante triunfo del presidente de Bolivia, Evo Morales, en el referendo revocatorio del domingo 10, simbolizan los nuevos tiempos de la región.

Ambos hechos son una demostración del avance de la democracia, del progresismo, de consolidación de las fuerzas que impulsan la justicia social y el cambio, el progreso y el bienestar de los ciudadanos, y abren esperanzas para los sectores marginados hasta ahora, no sólo del bienestar, sino de la participación ciudadana real.

El mapa político de la región  muestra un fortalecimiento de los gobiernos de centroizquierda y de amplias masas de ciudadanos que protagonizan procesos de cambio social y político, con una amplia gama de esperanzas, para mujeres, trabajadores, jóvenes, estudiantes, indígenas, población afrodescendiente.

La preocupación por el bienestar social y económico, la búsqueda de un modelo económico que  responda a las necesidades de trabajo, alimentación, salud, vivienda digna, desarrollo educacional y cultural, la defensa del medio ambiente y las riquezas naturales, el fortalecimiento de la democracia, de las libertades y la verdadera seguridad ciudadana, son la impronta de gobiernos y organizaciones sociales.

Incluso en el terreno de la defensa y la seguridad nacional y regional, los países están buscando un sentido propio y eficiente, en resguardo de su seguridad democrática, de su autodeterminación, de su integridad territorial, la soberanía y la paz, en el contexto de un proceso de integración regional y asumiendo  como principio y práctica el multilateralismo, el respeto al Derecho Internacional, y a la no Intervención en los asuntos internos, pero con un decidido compromiso también con la solidaridad y la cooperación  internacional.

En este sentido, el concepto de una Carta Democrática, que sólo rechace las amenazas sediciosas a los mecanismos democráticos electorales y a la institucionalidad, no parece suficiente.

América Latina debe generar los instrumentos políticos y prácticos que nos comprometan en una defensa mas activa de la profundización de la democracia y en el respeto a los procesos que se desarrollan en cada uno de nuestros países, y ello parte de una visión y contenido conceptual de ampliación de la democracia en lo político, lo social, lo institucional.

La Solidaridad Internacional, que no es lamentarse a posteriori de no haber llegado a tiempo, debe ser enriquecida, en lo práctico y en lo teórico, por una mayor actividad en defensa de los procesos democráticos en marcha.

Hoy nos convoca  Bolivia y Paraguay. Pero el camino de otros gobiernos también muestran escollos, no oposiciones democráticas, sino francas conspiraciones, donde se pueden constatar espurios intereses imperiales.

Evo Morales enfrenta serios riesgos, ante fuerzas que desarrollan un vasto plan de desestabilización, de desconocimiento y desacato de la autoridad legítima y de las instituciones, de violación no sólo de la voluntad democrática del pueblo boliviano, reafirmada el domingo 10 con ese 67 por ciento de apoyo al Presidente Morales, sino que amenazando la propia integridad geográfica, unida a la conspiración económica.

Al desconocimiento de la legitimidad de la autoridad presidencial, se une un arraigado prejuicio y conducta racista  contra los aborígenes aymará y quechua del país altiplánico, situación que puede conducir a conflictos de imprevisibles consecuencias.

En Paraguay, la contienda recién comienza, pero Lugo deberá enfrentar a una fuerte oposición conservadora, al ex partido del dictador Alfredo Strossner, a los grupos económicos, a un aparato burocrático enquistado en el Estado, y al crimen organizado, además de los desafíos de la desnutrición, del hambre, de la cesantía, de la pobreza que afecta a un 35 por ciento de la población paraguaya.

Un 76 por ciento de la población  tiene esperanzas en el gobierno de Lugo, pero sus enemigos, son poderosos porque tienen el poder económico, cuentan con capacidades militares, políticas y administrativas como para boicotear e intentar frustrar el progreso y las buenas intenciones y proyectos del mandatario.

En tal sentido, la solidaridad internacional viene a ser un deber permanente.

Y resulta  significativo en este sentido lo expresado por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, al llegar a Asunción para la toma del mando de Lugo, con quien, dijo, “compartimos los mismos sueños, los mismos desafíos, que es que nuestros pueblos puedan tener más  oportunidades para vivir en condiciones más justas, más humanas, más solidarias y más igualitarias”.

Los paraguayos, enfatizó la presidenta chilena, “pueden considerarnos como un país hermano, un país amigo. Nos consideramos socios y queremos trabajar y seguir cooperando en las áreas en las cuales al Paraguay le parezca que la experiencia chilena pueda serle de utilidad. En ese sentido, Chile presenta sus manos abiertas al pueblo de Paraguay y su gobierno”.

Este es un compromiso que vale la pena destacar.

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Marcel Garcés
Periodista

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