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En el nombre del padre, de la mentira y la difamación

En el nombre del padre, de la mentira y la difamación

domingo 28 de septiembre de 2008, 12:36h
Antes de nada me gustaría aclarar que todo lo que escribiré a continuación no lo haré desde mi punto de vista como católica, ni siquiera como periodista. Lo haré como persona que en algún momento de mi vida (como todos) he perdido a alguien querido tras una dolorosa enfermedad.
Javier Fesser se ha metido él solito en un embolado peligroso gracias a su última película, Camino. En el filme se cuenta la vida de una adolescente que se murió tras una larga y dolorosa enfermedad y cuya familia pertenecía al Opus Dei. La vida de la niña, que por lo visto tuvo una reacción ante su enfermedad admirable e impropia para su edad, está siendo investigada por la Iglesia católica en aras de ver si fue una beata.

Fesser, que debió de leer la historia y le debió de gustar, ha recreado la vida de la niña y, según la familia, ha modificado aspectos de la misma. En la película, cuando la niña se muere la familia aplaude. En la realidad y siempre según la familia (han escrito una carta abierta) no fue así en absoluto. Cuando Alexia cerró los ojos su familia guardó un respetuoso silencio.

La cuestión es la siguiente. Por mucho que uno crea, por mucho que uno esté convencido de que después de la muerte viene la vida eterna y allí todo será mejor, lo que es indudable es que uno sabe que cuando el ser querido se marcha, la pena es indescriptible. Y es así porque uno ya no puede escuchar más su voz, porque uno ya no lo puede disfrutar de su compañía ni abrazarlo. Los creyentes (en lo que sea) encontramos un alivio pero no un quitador de penas automático que nos hace aplaudir en el momento del fallecimiento. Fesser se ha pasado cuatro pueblos. Primero porque él no estaba cuando la niña se murió para verlo. Segundo porque la familia ha escrito una carta abierta en la que se le pide explícitamente que rectifique y él no lo ha hecho. Tercero porque no es verdad y cuarto porque me temo que la intención de su película no es contar la vida de esa niña, sino ridiculizar al Opus Dei.

A mí me da igual que la familia sea del Opus Dei, Evangélica, atea o de cualquier creencia. Lo que a mí me importa es que son personas que han visto sufrir y morir a su hija y hermana. Y eso, Javier Fesser, es lo que tú tendrías que haber valorado. No el hecho que alguien piense de manera diferente a ti y tú, como eres director de cine, te creas que estás por encima del bien y del mal y puedas ridiculizar (o al menos intentarlo) haciendo ver a los padres como una especia de monstruos.

Ya es hora de empezar a respetar las creencias de los demás por muy ridículas que a uno le parezcan. Es hora además de defender a la gente que es ridiculizada porque cree. La fe es algo íntimo de cada persona. Es más íntimo todavía que la sexualidad. ¿No se exigen respeto a los homosexuales tanto que hasta se ha luchado para que se les reconozca el matrimonio civil? Pues entonces usemos la misma vara de medir y dejemos que cada uno haga de su capa un sayo.

Alexia no murió entre aplausos. Murió rodeada del cariño de sus padres y hermanos. Así lo confirma su hermano en una carta. Pero eso a Javier Fesser le ha dado igual. A Fesser le interesa más poner en ridículo unas creencias que contar la verdad. Pues allá tú, Fesser. Puede ser que no creas, pero hay algo que es incuestionable en la vida y es que todos los humanos tenemos conciencia. Espero que la tuya te dé un toque un día de estos y te haga reflexionar sobre el daño gratuito que has causado a esa familia. Puede que pases de la justicia divina (estás en tu derecho) pero yo que tú reflexionaría un poco más sobre la ética que te conduce y te guía. Por lo demás, suerte.
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