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Disculpas

miércoles 22 de mayo de 2024, 08:43h

La cara-mirada, rara, del Presidente de Argentina, un tal Javier Milei, no tiene nada que ver con la miel… ni con el pundonor en el ruedo. Y no pide disculpas por los improperios voceros de hace unas horas en la plaza de toros de Vista Alegre acerca del “camarada” Sánchez y familia. Y para más burla, dice, que el que tiene que pedirle disculpas y perdón es el Presidente Español.

Parece que ya se ha superado la etapa del esperpento… y comenzamos la etapa del espanto. ¿Estamos en pleno experimento económico-político-social sin argumentos, sin entendimientos, sin fundamentos, sin racionamientos y sin razonamientos?

En la misma página de cualquier diccionario de tamaño medio aparecen cinco de las ocho o diez palabras trasparentes que definen las aventuras y desventuras del mundo casi globalizado ¿y corrompido? Estudiando bien y con tolerancia sus contenidos nos ahorraríamos los ríos de tinta-tontadas y la pesadísima infinidad de demagogias-discrepancias que los politicastros provocan para entenderlas o darlas a entender. De relatos con claridad y veracidad hacen narrativas confusas, falsas, fanáticas, partidistas, tergiversadas…

Las palabras son:

  1. Discriminar… dar trato de inferioridad a personas o colectivos por motivos raciales, religiosos, políticos, económicos, etc. Milei y los de su cuerda, también condenan y descalifican a todos los que no tiran de su soga. Discriminar no tiene nada que ver con discrepar, disentir… o con el respeto de una persona hacia otra, ¿con la mejor atención-intención de llegar a acuerdos?
  2. Disculpar… dar razones o pruebas que descarguen culpas, faltas, ofensas, etc. Pedir perdón por lo que ha causado o puede causar daño. Disculpar no tiene nada que ver con la cantidad de disparates que a todas horas arrojan unos bocazas profesionales a bocas prudentes, sabias o silenciosas.
  3. Discurrir… reflexionar, influir, pensar acerca de casos y cosas. En el actual sistema capitalista salvaje y simplista, discurrir, influir y pensar está casi mediáticamente prohibido porque demostraría sus terribles y temibles abundancias y carencias. Es un peligro real criticarlos.
  4. Discursear… pronunciar discursos con frecuencia. Los discursos furiosos, recurrentes, reaccionarios, los discursos de risas-llantos sin enjundia… multiplican por miles a los discursos esenciales y referenciales. Ni aprendemos, ni nos aportan nada solemne, viable y formal, los discursos al uso y abuso de falsas elites y gobernantes, o aspirantes a serlo. Al contrario, producen repelús. Y temor a su amenazante ambigüedad más-menos calculada también.
  5. Discutir…disputar alegando razones, ¿y sin razones?, contra el parecer de otro-otros. En el sistema ultra capitalista ya no hay conversaciones o cambio de impresiones. Al contrario, ya se dicta el… “lo tomas o lo dejas”… y como controlan todo o casi todo, de momento hay pocas o nulas posibilidades de conectar-elegir-razonar. La libertad auténtica, como la justicia social, es otra mentira descomunal. Disputar… porfiar y alterar con calor, vehemencia, ¿y violencia? Disputar también es competir o rivalizar hasta la victoria-derrota final. Nada que ver con el compartir y el convivir en concordia y en paz.

Estamos en plena y global guerra de guerrillas de frentes y enfrentamientos con y sin fronteras. Estamos matando las ilusiones y hasta las vidas de adolescentes y jóvenes siempre inocentes.

El Presidente de Argentina lo sabe… y como tampoco tiene soluciones satisfactorias para el conjunto de sus públicos-pueblos provoca y potencia líos y enredos para justificarse.

No, no pide, ni pedirá disculpas, ¿hasta…?

Por cierto, pido disculpas… por si hay malentendidos en estas consideraciones.

Ángel Arranz. Su último libro: CASOS, COSAS y COSOS. Editorial: Nueva Estrella.

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