www.diariocritico.com

Donald Trump y la antesala de la incertidumbre

miércoles 08 de enero de 2025, 09:00h

Sopa de ganso (1933), es probablemente la mejor película que protagonizaron Groucho, Chico, Harpo y el resto de la troupe de los hermanos Marx que venían metiéndose en líos cinematográficos desde hacía varios lustros en sitios tan extraños y rocambolescos como el circo, un hotel, las carreras, el Oeste, la ópera o Casablanca. Estrenada poco después de que Hitler fuera nombrado canciller de Alemania, en Sopa de ganso Groucho interpretaba a Rufus T. Firefly, presidente de un país llamado Libertonia, que se mostraba dispuesto a defender el honor de la señora Teasdale (Margaret Dumont), hasta el punto de entrar en guerra con Sylvania, si las circunstancias así lo aconsejaban.

A veces pienso en el marxismo (el de Los hermanos marx), como ideología más próxima al trumpismo, es decir, el de Donald Trump, el personaje que, a partir del día 20 de enero va a volver a regir el destino de Estados Unidos y, en buena parte, también del resto del mundo que, por una u otra causa (da lo mismo que el país sea considerado amigo que enemigo tradicional del país de América del Norte), porque finalmente las imprevisibles decisiones del señor Trump acaban afectando tanto a tirios como a troyanos en el mapa geopolítico universal.

Ya antes de su toma de posesión, está haciendo temblar a Volodimir Zelensky que ha cambiado radicalmente su postura ante una posible negociación de paz con Putin, ante la posibilidad de que las ayudas armamentísticas a Ucrania tengan ya los días contados; a Panamá ante la posibilidad de que de nuevo Estados Unidos vuelva a controlar el Canal; a Canadá ante una hipotética posibilidad de que el vecino del Norte acabe constituyéndose en el estado número 51 de la confederación estadounidense; de mandar al ejército norteamericano a combatir al narco en México, o a hacer temblar a Groenlandia, es decir a Dinamarca, ante una oferta multimillonaria para hacerse con ese territorio de difíciles condiciones de vida, pero de una importancia geoestratégica indiscutible.

La amenaza de entrar en guerra con Sylvania por parte del presidente de Libertonia en Sopa de ganso era una situación sólo hipotética pero repleta de intenciones ante lo que más tarde ya se vió fuera de la pantalla cinematográfica como una paralela y nefasta realidad, la invasión de Hitler de Polonia, Checoslovaquia y Dinamarca, como antesala para acabar invadiendo también el resto de Europa. Algo parecido, creo yo, sucedería si Trump llevase a la práctica sólo la mitad de las amenazas ya formuladas porque no creo que la comunidad internacional (China y Rusia sobre todo), se quedase sólo contemplando desde la primera fila de butacas el nuevo paisaje.

A la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no le ha hecho ninguna gracia la sola posibilidad de subordinarse a los intereses trumpistas que, en el fondo, atentan frontalmente contra la soberanía de México. Y, por muchas preocupaciones que supongan para la Administración Trump la inmigración indocumentada que se cuela irregularmente a Estados Unidos a través de la frontera de México y el tráfico de fentanilo que hace ya tiempo vienen promoviendo las mafias mexicanas desde el norte del país. Sheinbaum ha puesto ya la venda antes de la herida y está dispuesta a colaborar, cooperar y trabajar junto al coloso del norte, pero no a subordinarse a sus caprichos expansionistas que ya Trump puso de manifiesto en su primer mandato (2017-2021), con López Obrador, el antecesor de Sheinbaum.

Le ha faltado tiempo también al primer ministro de Groenlandia, Múte Egede, para declarar públicamente que la isla (perteneciente a la Corona de Dinamarca pero con un alto grado de autonomía política), muy rica en recursos naturales, «no está en venta». Y es que Trump no es tampoco la primera vez que manifiesta el deseo de que esa inmensa isla acabe siendo terreno norteamericano por su importante situación estratégica. Lo hizo en su primer mandato y ha vuelto a hacerlo ahora, precisamente con ocasión del nombramiento del nuevo embajador USA en Dinamarca.

El tema canadiense fue puesto sobre la mesa por Donald Trump en el transcurso de una cena que mantenía con el que, hasta hace sólo unos días, era el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en la que este manifestó sus reservas para que Canadá pudiese asumir un incremento del 25% en los aranceles, como pretende aplicar el nuevo presidente estadounidense con Canadá y otros países teóricamente amigos, nada más tomar posesión de su cargo el próximo 20 de enero. Si ustedes no quieren que eso sea así, le dijo trump a Trudeau, Canadá debe plantearse ya si no le sería conveniente pasar a constituirse en el “estado número 51” de los Estados Unidos.

No conforme con todo lo visto hasta aquí, Trump exige también un trato más favorable en el Canal de Panamá, arteria clave del comercio global, bajo la amenaza de una posible anexión. Es sólo un aviso a navegantes para intentar detener con algo más que palabras la creciente influencia del gigante chino en el subcontinente americano que , a juicio de Trump, es una consecuencia directa de la política blanda -cuando no de la inacción–, de Joe Biden durante los últimos años. China ha sabido aprovechar estratégicamente la utilización del Canal de Panamá, y eso es algo que no gusta nada a la Administración Trump. Recordemos que fue Washington quien construyó el canal y quien lo cedió a Panamá en 1977, con una sola condición, su neutralidad. Este es, posiblemente, el clavo al que Washington se agarre para justificar su presión ante el país centroamericano, habida cuenta de que, a jjuicio de el nuevo presidente USA a partir del día 20 de enero, China ejerce ya de facto un supuesto control del canal. Un extremo que, por supuesto, desmiente José Raúl Mulino, actual presidente de Panamá.

Bromas de mal gusto o veras de iluminado, lo cierto es que las intenciones de Donald Trump ya están causando más que preocupación en todos los estados soberanos aludidos, todos ellos tradicionales amigos del imperio norteamericano, y quizás ya se hayan transformado en Temores que, de una u otra forma, van a tensar y alterar las relaciones internacionales. Más aún si, como parece, la vieja amistad que Trump mantiene con Putin, el presidente de un tradicional enemigo norteamericano, aún revuelve más la convulsa, incierta y cada vez más inquieta comunidad internacional.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023) LInkedIn: https://www.linkedin.com/in/josé-miguel-vila-8642271a/

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios