Por mucho que le pese a Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, su actitud frente al poder se parece a la de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos como una gota de agua a otra. Ambos son egocéntricos hasta decir basta; también los dos se tienen a sí mismos como eje esencial e imprescindible de sus políticas; la pareja está también más que obsesionada con el papel que les va a deparar la Historia (con mayúsculas), su umbral de frustración frente a las críticas está casi a ras de suelo y, por terminar con este paralelismo que podría ampliarse hasta el aburrimiento, los dos ponen a sus países respectivos al servicio de su interés personal , cuandolo ortodoxo en política sería exactamente lo contrario, a saber, que debieran supeditar sus intereses propios al interés superior de España o Estados Unidos, respectivamente.
Los dos mandatarios se van a encontrar a partir de hoy mismo en la cumbre de la OTAN en La Haya y seguro que habrá oportunidad de volver a comprobar que dos polos de un mismo signo se repelen y, por tanto, es imposible que nunca lleguen a encontrarse. Y, por si a alguien se le ocurre atribuirme una óptica partidista respecto a las últimas acciones de Pedro Sánchez con respecto al papel de España en la Alianza Atlántica, subrayo el último artículo del ‘Financial Times’ en el que, sin ambages de ningún tipo, se acusa al presidente español de intentar torpedear la cumbre de la OTAN.
Todo esto viene a colación por el último fuego de artificios lanzado por Sánchez desde la Moncloa para tratar de rehuir de la grave crisis de corrupción de su partido. Cuanto mayor es el escándalo, más grande tiene que ser aún la nueva partida trilera acudiendo esta vez , ni más ni menos , que a la posición de España en la OTAN que ahora Sánchez Quiere que no alcance hasta el 5 % del PIB de aquí a 2035 porque, a su juicio, esa es una posición irreconciliable con la de mantener el Estado del bienestar.
Sánchez no quiere enterarse de que la liga de la Seguridad y la Defensa internacionales ha cambiado radicalmente de escenario y de reglas desde la invasión de Putin a Ucrania, y no acepta aquello de que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Estamos lejos de la frontera ruso-ucraniana pero no tanto de Oriente Medio , el Norte de África o el Sahel.
Al presidente español no le faltan nunca recursos para intentar conseguir la cuadratura del círculo y así, con una cartita al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, una rueda de prensa sin prensa (la última fórmula acuñada por Moncloa), llevada a cabo un domingo por la tarde y con un nuevo episodio de interpretación de Sánchez frente a un auditorio absolutamente vacío, y el enésimo guiño presidencial para intentar afianzar dentro del gobierno a la coalición de izquierdas que lo sostiene y que no renuncia a su afán antibelicista y anti OTAN al tiempo que mira para otro lado cuando de lo que se trata es de denunciar los afanes imperialistas de Rusia, Irán o China.
Con todo, lo importante en nuestro país no es ya el 2, el 3,5 o el 5 por ciento del PIB a dedicar a los gastos de Defensa y Seguridad, sino la forma en la que el presidente quiere imponerlos. Me refiero a hacerlo sin tener aprobados unos Presupuestos Generales del Estado desde hace dos años, y sin visos de tenerlos tampoco en los dos que faltan hasta la convocatoria reglamentaria de unas nuevas elecciones generales en 2027; sin ánimo alguno de negociarlos con la oposición (no olvidemos que estamos hablando de políticas de estado, no de partidos…), y sin presentar proyecto alguno de modificación de esos incrementos ante las Cortes Generales para su consideración y, en su caso, aprobación o no. En otras palabras, que hasta la Defensa es via contemplada también por Sánchez como una parte de su cortijo y no se siente obligado a dar explicación alguna de sus decisiones al respecto en el congreso de los Diputados porque ¡hay que ver los disgustos que uno se lleva en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo!
Los juegos de artificio, que alcanzan su máximo esplendor en el trilerismo y la mentira, venían siendo el recurso más utilizado por Sánchez de puertas adentro, y con extraordinarios resultados, desde el mismo momento en que alcanzó el poder en España. A partir de ahoraparece que quiere exportarlos también fuera de nuestras fronteras pero le auguro un negro porvenir porque ya lo van conociendo sus colegas europeos, y ahora tendrán también la posibilidad de hacerlo desde la primera filalos restantes socios de la OTAN,
Trump incluído: 32 países miembros de la
Alianza Atlántica, así como líderes de países socios y organizaciones internacionales.