Si la ley fuera una barra de acero, no habría jueces y bastaría con una máquina expendedora a la que le contaríamos el rollo y, previo pago de las tasas correspondientes, saldría la sentencia por donde ahora salen las pepsicolas.
Existen los jueces y el arbitrio del juez porque las leyes son interpretables, tienen margen de aplicación, no son unívocas, y en su aplicación nos atenemos a factores como el momento, la intencionalidad, el estado mental del infractor, los daños causados o el ambiente social. Incluso la edad de la ley porque también hay leyes seniles.
Salvo los más ultramontanos de entre los votantes del PP, la mayoría de los españoles creemos que un referéndum encajaría en nuestro ordenamiento jurídico si hubiera la voluntad política de que así fuera; también la mayoría entendemos que los catalanes quieran votar sobre las cosas que les afectan a ellos y son muchos los castellanos, andaluces, madrileños y extremeños que dicen “es que si yo fuera catalán también querría la independencia” y lo dicen básicamente porque es difícil sentirse identificado con la España rancia y nada higiénica en que nos mantiene el presidente Rajoy a base de abusar del sistema pro domo sua.
Salvo los más ultramontanos de entre los de Arrán y la CUP, la mayoría de los catalanes sabe que tanto la ley de Transitoriedad como la del Referéndum han nacido pervirtiendo el sistema y faltando a la legalidad que ellos mismos han establecido en su parlamento y son muy pocos los que se tragan el placebo de la “legislación internacional” bajo la que se amparan Puigdemont y Junqueras y saben que el referendum, si se hace, será una chapuza que nadie aceptará.
Ahora, Rajoy tiene sobre la mesa la penúltima fase del, llamémoslo así, problema catalán. En realidad, es el problema español y llegará un día, más pronto que tarde, en que en la sociedad española nos libraremos de los malos gobernantes y empezaremos a construir de verdad en lugar de jugar al Simón Dice cada cuatro años.
¿Qué pasará esta semana que entra, última antes del 1.O? La ley estrictamente aplicada, rígida como el acero, y con la fuerza para imponerla, siendo legítimas en democracia, ¿van a ser ni medianamente el camino adecuado en este caso? O, si la cosa se calienta y ya está muy calentita, tanta rigidez va a ser otro error más en la gestión de Rajoy? ¿Harán política nuestros políticos de uno y otro lado?
Posiblemente Junqueras será el próximo presidente de la Generalitat, y en 24 meses a lo sumo se reformará la constitución abriendo el camino a un referéndum. Junqueras repetirá como presidente, se votará, saldrá que No a la independencia -habrá que ver la pregunta de marras-, obtendrán justamente el Pacte Fiscal, se construirá -por fin- el Corredor Mediterráneo y volveremos a vivir con normalidad, solo que habremos tirado diez años a la basura y habrá un montón de gente cabreada de lado y lado. Afortunadamente, el tiempo lo cura todo.
Si (
No(
