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¿Merecemos un mundo de Barbijaputas?

martes 13 de marzo de 2018, 07:54h

Tras el alias @barbijaputa se esconde un ser humano, uno más entre 7.500 millones. No sé si es un hombre, una mujer o un robot pero aceptaré la base de que es mujer.

Tiene una columna en eldiario.es bajo el epígrafe 'Sección feminazi de Barbijaputa' (por cierto, el feminazismo de la feminitarra se disuelve como un azucarillo cuando se trata de sus propias habichuelas: en eldiario.es el ratio es 2,5 hombres por cada mujer, excepto en los puestos directivos que, salvo una mujer subdirectora, los demás son hombres, datos de su web. No es que importe realmente, pero muestra por donde aprieta el zapato de la diablesa.) y allí se despacha a gusto como en el pimpampún de una feria de tercera contra todo lo que huela a aftershave o lleve pene. Los títulos de sus gacetillas son lo suficientemente indicativos como para que no añada yo adjetivo alguno: “Esto es una guerra y, ustedes, el enemigo” (la puntuación es suya: un vocativo innecesario que no veía desde los tiempos de la novela sentimental del XVIII), “Marta Sánchez y el silbato de perro” o “Por qué los hombres matarán a las mujeres”.

Esta persona se ha hecho su fama de nata y plastilina en twitter a base de reflexiones tan profundas y filosóficas como "Hitler era un cabrón por cargarse judíos y un cutre por no acabar el trabajo". Es una pobre oportunista que en una España mediocrizada por la Logse y la Lomce ha encontrado la ratonera en la que ser reina madre: el feminazismo para iletrados.

El avatar tras el que se esconde no representa a una mujer acarreando fardos aplastantes entre las fronteras de España y Marruecos, o a una india guaraní de veinte años con siete hijos, o a una somalí desnutrida muriendo de hambre, o a una nepalí empalada por reivindicar la libertad, o a una saudí violada en grupo por adúltera, o, o, o… No. El avatar de este espécimen humano es un compendio de todos los tópicos eróticos de una sex shop de polígono industrial: cuernitos rojos, rabo y tridente, melena rubia y lacia, mirada entre pícara e infantil, labios perfilados y sin arrugas. No se le ven las piernas pero no hay duda de que llevaría zapatos Prada, taconazo aguja y medias de rejilla, pobre muchacha. Esta Dorian Grey a la inversa y en mujer mantiene un avatar tópico, limpito, prostituible y aniñado mientras su alma y su verdadero yo segregan la bilis acumulada durante años de no ser nada ni nadie. Bueno, es comprensible que se esconda tras una mala foto de una muñeca operada hasta las trancas: es mejor muñeca sexy que humana despreciable.

Las redes se han llenado de locos vitriólicos y últimamente de feminitarras -hombres y mujeres- que, incapaces de someterse a terapia, disparan balas de twits, unos y ceros inocuos en la pantalla negra que da sentido a su vida, esperando que los retwits o los likes obren el milagro que en una consulta conseguirían con mayor facilidad: sedantes y ansiolíticos a cascoporro.

Todos en mayor o menor medida tenemos días envenenados y algún que otro twit fuera de tono. Esta muchacha lleva tanta amargura interior que la sangre se le ha vuelto cáustica y se ha convencido de que sus palabras son munición y metralla contra un mundo al que considera hostil y que no comprende cabalmente.

Hoy escribo de esta indigente sin lecturas porque tan pronto como supimos que el niño Gabriel había sido asesinado a manos de la amante de su padre, ella, la japuta sin Barbi, tuiteó que la tal Quezada mató al niño en defensa propia y que tal vez algún día se sabría que fue el padre y ella quedará “elevada” (sic) a cómplice. Tiene una sintaxis horrible y no sabe mucho de gramática por lo que cuesta entender lo que escribe, pero supongo que la palabra que buscaba es “relegada” en vez de elevada. Lo que sí queda claro es el tósigo que la atraganta: si se muerde la lengua se envenena.

Si seguimos así, si las RRSS van a acabar siendo el reducto de sevicia, amargura, rabia e idiocia de cuanto desequilibrado anda suelto, las descripciones más extravagantes de 'Black Mirror' serán el futuro que nos depare nuestra falta de rigor, exigencia y vigilancia contra todos estos bobalicones, estén o no subvencionados por Mattel.

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