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¿Por qué el PP no respeta la Constitución?

viernes 04 de febrero de 2011, 09:11h

Cierra los ojos suave Meabe
Pestaña contra pestaña
solo es español, Meabe
quien sabe
las cuatro lenguas de España


Tomás Meabe fue uno de los primeros discípulos de Sabino Arana aunque terminó fundando las juventudes socialistas. El poeta y escritor Gabriel Aresti le dedicó estos versos. El mismo Gabriel Aresti quien escribiera aquel bellísimo poema defendiendo la Casa de su padre. Casa con euskera.

Para ser buen europeo, decían, hay que saber cuatro idiomas. El de la madre, el de la administración, el del país vecino y el… inglés. Me consta que casi todos los eurodiputados españoles saben o chapurrean, el inglés y el francés. Y en las siguientes elecciones europeas no habrá uno que no lo sepa. Sobre todo el inglés.

En Europa los idiomas mayoritarios son el inglés, el francés y el alemán. No lo es el castellano. No lo es el letón, no lo es el holandés y, sin embargo, en todos los plenos del Parlamento Europeo, en las reuniones internacionales, en Eurovisión, se usan 23 idiomas de forma normal y obligada, con su caseta acristalada y sus traductores. Y a nadie se le ocurre solicitar que solo se utilice el inglés, un inglés que todos saben, sino se da el hecho de que cada estado reivindica su traducción simultánea. En total más de mil intérpretes en plantilla y unos 3.000 trabajadores freelance acreditados. ¿Un anacronismo? ¿Un exceso de nacionalismo? ¿EI deseo de que no haya una sola lengua franca? Todo eso y algo más.

Pero lo que con total naturalidad se usa y reivindica en Bruselas, en Estrasburgo o cuando los representantes de los parlamentos europeos se reúnen en Madrid, eso se considera un disparate si se pretende hacer lo mismo con las lenguas cooficiales del estado en el Senado, Cámara de representación territorial. Y se utilizan dos argumentos que no se usan en Bruselas: la traducción es cara y, todos sabemos castellano. Lo mismo podría decirse de las 23 casetas en Estrasburgo. Pero no se dice.

¿Es caro? Según este criterio la democracia es cara y por lo tanto habría que eliminar elecciones, tribunales, actos oficiales, parlamentos y todo aquello que no sea estrictamente necesario para vivir. Alguien ordena y los demás obedecen. Claro está, nada hay más caro que una dictadura. En libertades, en dignidad, en pérdida de la propia autoestima de la sociedad.

¿Todos sabemos castellano?

Pues sí, pero si de un lenguaje útil y para todo el mundo se trata, aprendamos todos chino mandarín. Son más y si nos lo tomamos en serio y, si nos empeñamos, en dos generaciones hablaremos todos chino y nos evitamos el problema.

Ahora bien, ¿cómo se compatibiliza todo esto con la manoseada e idolatrada Constitución española que en su artículo 3-3 dice lo siguiente:

"La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección".

¿Respeta el PP al euskera cuando, tras aprobarse democráticamente la traducción simultánea en una Cámara de representación territorial abandona el hemiciclo, no se ponen el pinganillo, se ríen de la medida y organizan una intensísima campaña de desprestigio?

No me extraña pues que una personalidad solvente como la de Jordi Pujol acaba de decir que el modelo autonómico español ha fracasado. "Desde hace unos años -dice Pujol- se ha ido consolidando un modelo homogeneizador de techo competencial muy bajo, con un poder político unificado, una centralización económica y una uniformización lingüística y cultural de signo castellano”.

Afortunadamente, en este concierto de trombones, ha habido una voz “políticamente incorrecta” vista desde la caverna. Se trata del ministro Francisco Caamaño que mostró su satisfacción porque en la Cámara de representación territorial “todas las lenguas de España estén presentes”. “Si alguien me pregunta en gallego, contestaré en gallego; si alguien me pregunta en castellano, contestaré en castellano y lamento mucho no saber catalán o euskera para poder dirigirme a ellos en las lenguas que tienen en sus propias comunidades”. Todo un tipo. Y un demócrata, aunque sus compañeros no le hayan hecho el coro, ya que el PSOE tiene nada menos que cuatro ministros gipuzkoanos y nadie ha dicho nada parecido.

 Son éstos: Jauregui, Pajin, Gabilondo y Garmendia. Cuatro. ¿Alguien les ha escuchado algo parecido a lo dicho por el ministro de Justicia? Si bien es verdad que Leire Pajín, intervino en el pleno, cuando se aprobó la proposición, el mutis por el foro ha sido la característica del socialismo vasco en Madrid, mientras se aprueban presupuestos millonarios para el Instituto Cervantes, impulsor mundial del aprendizaje del castellano por el mundo.

En Bélgica un debate de estas características hubiera sido impensable. Con tres idiomas cooficiales miden cada palabra y al príncipe heredero no se le ocurriría jamás, si quisiera mantener su opción al trono, escribir las felicitaciones de Navidad en castellano, inglés y francés pero en ninguna de las lenguas cooficiales de su estado. Pero aquí Felipe de Borbón, sí. Y encima se les recibe por todo lo alto.

La denuncia de Pujol es real. En 1980, para echarle agua al vino, se generalizó el proceso autonómico con un café para todos que se convirtió en achicoria para todos. Y hoy, éste estado no sabe qué hacer con sus autonomías porque en treinta años no solucionaron tres demandas y ahora éste no es un estado plurinacional, pluricultural y plurilingüe. De ahí que como hace treinta y cinco años nos digan a los nacionalistas en Madrid a la cara: “¡Hable usted en cristiano!”.

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