Javier, Ricardo, Marc: 100 días sin vosotros

En este fin e inicio de año que todos hemos celebrado, las familias de tres periodistas españoles no han podido hacerlo. Los tres siguen secuestrados desde hace meses en Siria, en ese país donde la guerra no para, donde hay miles de muertos y desaparecidos, cientos de miles de refugiados, y donde la comunidad internacional se ha cubierto de vergüenza, incapaz de forzar un acuerdo, de negociar una paz o de acabar con las vilezas de los bandos en combate. Las familias de Javier Espinosa, Ricardo García Vilanova y Marc Marginedas han llorado en silencio su ausencia y la falta de noticias sobre su situación desde que fueron secuestrados hace ya más de cien días. La falta de noticias aumenta la intranquilidad porque en Siria han caído decenas de periodistas que simplemente trataban de contar al mundo la tragedia que vive esta población. Si no hubiera periodistas como Javier, Ricardo o Marc que arriesgan su vida para que el mundo sepa lo cruel que puede ser el hombre, los dictadores, las bandas de asesinos, los ejércitos sin control, los sátrapas podrían hacer cualquier cosa y no nos enteraríamos. Gracias a ellos, sabemos lo que pasa y sabemos que algún día pagarán por lo que han hecho.

Javier quiso ser casi desde siempre lo que es, un gran periodista que ha arriesgado su vida para contra las tragedias que somos capaces de organizar los hombres para acabar con otros hombres. Marc Marginedas quiso ser reportero de guerra desde antes de terminar su carrera de periodismo, Lo mismo que Ricardo. Los tres han cubierto multitud de guerras y han contado lo que el ser humano es capaz de hacer, el silencio cómplice de muchos Gobiernos y la impunidad de muchos dirigentes, la maldad alojada en sus corazones. Y, también, los sufrimientos de tantos seres indefensos, el dolor innecesario contra millones de inocentes.  

No hay que olvidarles ni un solo momento. Ni a ellos ni a sus familias. El Papa Francisco I acaba de hacer en su discurso de Año Nuevo una apasionada llamada a la paz y a escuchar el grito de los pueblos que sufren. Ha dicho que el corazón de la humanidad parece haberse extraviado y que muchas personas todavía son indiferentes a la guerra, la violencia y la injusticia. "¿Qué está sucediendo en el corazón de los hombres, en el corazón de la humanidad?", dijo a decenas de miles de personas en la plaza de San Pedro. "¡Es tiempo de parar!" terminó, saliéndose del discurso escrito. Son los Gobiernos de Occidente los que tienen la obligación de parar conflictos como los de Siria. Javier, Ricardo, Marc deben estar pronto con nosotros, libres para seguir contando las miserias de la guerra. Sus captores deberían saber que este secuestro, que nos avergüenza a todos, sólo beneficia a los responsables de la destrucción y la guerra. Mi oración por ellos.