Lo que se teme, y lo que cabría esperar

Estamos en plena fase de transición de un gobierno socialista a otro del PP. Contra lo que es habitual, el viejo Gobierno quiere acabar de una vez, y el nuevo parece "no tenerlas todas consigo", y aparece ante los ciudadanos un tanto atemorizado y "bajo vigilancia" de sus mayores, y sin embargo padrinos, los "Merkozy", como se viene conociendo al dúo que manda en nuestra Europa. Cada vez da más la impresión de que Rajoy no da un paso, o no se dispone siquiera a dar un paso, si previamente  no lo consienten, admiten y aprueban "papá y mamá" Sarkozy y Merkel. Son los nuevos tiempos, los de un euro en grave riesgo de supervivencia, de una UE amenazada de escindirse en dos velocidades o desaparecer de una vez,  y de unos mercados "metomentodos", todopoderosos  y de suprema influencia, que parecen funcionar, precisamente, en sintonía con "papá y mamá". En esa coyuntura está naciendo, con toda prudencia y mesura un Gabinete obligado a afrontar unas cuentas cuestiones cruciales y determinantes, que a pocos dejarán ajenos. Está bastante asumido que "llegan los recortes", y que los dineros públicos deberán a empezar a controlarse un poco, bastante o mucho más. Ya tenemos los primeros datos de ese afán "recortador".

Pero, al mismo tiempo, el ciudadano sigue estando en perfecto y permanente estado de alucinación, porque le gustaría que a esos recortes del gasto público, los acompañara toda una campaña eficaz de eliminación radical y permanente de todos cuantos abusaron en su condición de administradores de los dineros públicos, sean concejales o sean duques. Y sin embargo, en esas materias, ni siquiera se pueden observar anuncios, amenazas, advertencias, de que también va a empezar una nueva etapa. Y no lo vemos, porque cada partido sigue defendiendo y justificando a "los suyos", y no al dinero público del que se ha abusado con evidente abuso de la propiedad ajena. No terminamos de ver a un partido que se alinea con el ciudadano para reclamar que devuelvan las comisiones, los sobrepagos, los aguinaldos excesivos y a todas luces ilegales y desmesurados de concejales, consejeros de Cajas de Ahorros, directores y responsables últimos de tantísimas atribuciones y canonjías. La lectura de la prensa de cada día sigue dando la impresión de un país en el que todo el que ha podido "se lo ha llevado crudo y calentito", como suele decir el pueblo soberano, sin otro reparo, acaso, que el miedo a ser descubiertos y sometidos a "la pena de la letra impresa", ni siquiera pena de telediario, de mucho más fácil y rápido olvido...  Y en todo caso, la decisión de la legión ladrones, usurpadores de lo ajeno, parece en condiciones de aceptar esas penas como "gajes del oficio" sin relieve ni importancia. No se ve por parte alguna esa voluntad de "saneamiento nacional" que parecería imprescindible que fuera paralela a esa refundación de la moral patria que algunos vienen exigiendo. Recortes, los necesarios e incluso alguno más, pero sobre todo, urge la aplicación exigente de la ley para evitar que el ciudadano siga poniendo cara de estúpido con cada revelación periodística del tipo: presidenta de la diputación con otros once cargos-sueldos, concejales se suben un 30 por 100 el sueldo; indemnización de 30 millones a cuatro directivos de una caja de ahorros agonizante, altos cargos valencianos implicados en los negocios de Urdangarín, altos cargos cobran dietas por asistir a un partido de fútbol,...

Y así sucesivamente, cada día, y hasta el infinito. ¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia, y robarán el fruto de nuestros impuestos? ¿Nadie tiene nada que decir contra esta clase de abusos permanentes? ¿Nadie tiene un plan de regeneración de la moral patria?