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Perfil: Calvo-Sotelo, el hombre de la ‘armonización autonómica’

sábado 03 de mayo de 2008, 17:19h
A Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo (Madrid, 14.4.1926/ 3.5.2008) le tocó gobernar España en uno de los periodos más profusamente golpistas desde la muerte de Franco.

Cuando se estaba celebrando su investidura se produjo el intento de golpe del 23-F de 1981, pero un día antes de las elecciones generales que le sacarían de la Moncloa y romperían definitivamente la UCD, los coroneles golpistas preparaban otra seria intentona para el 27 de octubre de 1982. Entre medias, Calvo-Sotelo fue el presidente que intentó poner orden en la descentralización del Estado con una Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA) producto, sin duda, de la presión militar golpista, que desató un vendaval político.

Calvo-Sotelo, fallecido este 3 de mayo en Madrid, estaba casado desde 1954 con Pilar Ibáñez-Martín (hija de un ministro de Educación de Franco), con quien tuvo ocho hijos (Juan, Pilar, José María, Víctor, Pedro, Leopoldo, Andrés y Pablo). Era ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y durante la etapa franquista presidió el Consejo de Administración de RENFE (1967), fue director general de Perlofil, S.A. (1954), consejero ejecutivo de La Seda de Barcelona, S.A., vocal de, S.A. Ferrovial, consejero del Banco Urquijo y consejero de Unión de Explosivos Río Tinto, S.A. (1963). Al comienzo de la democracia él mismo declaraba tener un patrimonio de casi 38 millones de pesetas y una renta anual de más de 5 millones.

Las ramas familiares de los Calvo-Sotelo y los Bustelo

Calvo-Sotelo era el mayor de los cuatro hijos del matrimonio formado por Leopoldo Calvo Sotelo -letrado del Consejo de Estado y hermano de José, protomártir del franquismo- y Mercedes Bustelo. Su padre había trabajado en la creación de los llamados “comités paritarios”, en tiempos de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y más tarde con el dirigente ugetista Francisco Largo Caballero, tras el advenimiento de la IIª República. Su abuelo materno, Ramón Bustelo, había sido diputado y senador liberal bajo la égida del conde de Romanones. Este cruce familiar dio origen a la saga que en los primeros años de la transición democrática ilustraban, en segunda generación, los socialistas Francisco y Carlota Bustelo y el ex ministro de Industria del tercer Gobierno de Adolfo Suárez, Carlos Bustelo, primos carnales de Leopoldo, una de cuyas hermanas, a su vez, estaba casada con el que sería senador del PSOE y ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno socialista, Fernando Morán.

La madre de Leopoldo Calvo-Sotelo, Mercedes, era la heredera del talante liberal del abuelo Bustelo, pero también el exponente más religioso y practicante de la familia. En 1981, a sus ochenta y cuatro años y cuando su hijo accedió a la Presidencia del Gobierno en sustitución de Adolfo Suárez, era aún asidua de la iglesia madrileña de los Jerónimos, que frecuentaba en compañía de la hermana de Carlos Arias Navarro, el último presidente designado por Franco. Viuda desde 1933 y con cuatro hijos –Leopoldo y tres chicas–, pasó apreturas económicas, aún antes de la guerra. El alzamiento de los militares la cogió en ‘zona nacional’ en Ribadeo (Lugo), origen de la familia Bustelo, donde Leopoldo pasó su primera infancia y cursó sus primeros estudios.

En relación a este entramado familiar, han escrito: “Las relaciones de parentesco entre políticos de la transición no son un dato anecdótico –piénsese en la relación Suárez-Rodríguez Sahagún, Lito Delgado– sino que se han convertido junto a un frecuente trasfondo bancario en un elemento imprescindible para la interpretación del postfranquismo. En el caso de Leopoldo, el dato familiar es además ilustrativo de las tensiones que confluyeron en la Guerra Civil española. Con todo, la relaciones no se rompieron y, huérfano de padre desde muy temprana edad, Leopoldo Calvo-Sotelo acabaría por ligar su trayectoria profesional a la tutela de su tío Francisco Bustelo (padre) y su primer desarrollo intelectual y político, a la figura de su tío paterno, el periodista y dramaturgo Joaquín Calvo-Sotelo” (Diario 16, 16.2.1981).

Primeras inquietudes políticas

Las inquietudes políticas de Leopoldo Calvo-Sotelo se iniciaron en 1942, año en el que se integró en las Juventudes Monárquicas presididas por el liberal Joaquín Satrústegui. Su componente católico le llevó a incorporarse también a las Juventudes de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACN de P). En 1957 fundó Unión Española (UE), un intento fracasado para participar como grupo en la política; pero, a pesar de todo, fue procurador en las Cortes franquistas en representación de los empresarios de industrias químicas (1975).

De aquel grupo inicial de jóvenes monárquicos, en el que se movieron Federico Silva, Ruiz Navarro, Fernando Álvarez de Miranda, Marcelino Oreja, Landelino Lavilla y Virgilio Oñate, entre otros, destacaría, por su relación con Calvo-Sotelo, el ex vicepresidente del primer gobierno Suárez y luego diputado por Coalición Democrática, Alfonso Osorio.

Osorio y Calvo-Sotelo se conocieron hacia 1947, recién llegado este último a Madrid, en los círculos monárquicos que organizaba Rafael Márquez (en 1981, cuando Leopoldo accedió a la Presidencia del Gobierno, Márquez era consejero en la Embajada ante la Santa Sede). Ambos se hicieron novios (1951) de dos hijas de ministros del franquismo, que se educaban juntas en el mismo colegio. El entonces flamante ingeniero de Caminos fue a casa del ministro de Educación, Ibáñez Martín, a resolver un problema universitario. Pilar Ibáñez, la hija del ministro, le abrió la puerta y se produjo el flechazo. Casi al mismo tiempo, Osorio se declaraba a Teresa Iturmendi, hija del ex ministro de Justicia. Las dos bodas fueron prácticamente simultáneas.

Su desarrollo profesional

En aquella época, Calvo-Sotelo acababa de estrenar su primer trabajo de responsabilidad, como director de Perlofil, S.A., empresa ligada al Banco Urquijo, al que llegó de la mano de su tío Bustelo. La relación entre Calvo-Sotelo y el Urquijo ha sido constante y arranca de la familia Bustelo. Francisco Bustelo (padre) trabajaba en esa época en Energía e Industrias Aragonesas, S.A., otra empresa dependiente del grupo, e introdujo a Leopoldo en el equipo del Banco cuando todavía era estudiante. Esta vinculación bancaria, que reforzó sus relaciones personales y políticas con otros consejeros de la misma sociedad, como con el que luego sería ministro de Sanidad con UCD, Alberto Oliart, procedente a su vez del Hispano, tiene pues su origen en la tutela profesional que su tío Bustelo adoptó sobre él.

En Perlofil tuvo como colaborador más inmediato y amigo a un químico apellidado Solana, padre de los que luego serían diputados y altos cargos en los Gobiernos del PSOE, Luis y Javier, que también eran herederos de una antigua relación familiar con el Urquijo. En 1963, coincidiendo con la fusión de Perlofil y Sedas de Barcelona, Calvo-Sotelo dio un salto importante en la consideración del Urquijo y, nuevamente con el patrocinio de su tío Bustelo, fue nombrado consejero-director general de Unión Española de Explosivos (1964).

Desde ese puesto, fue testigo y parte activa en importantes operaciones, como la fusión con Explosivos de Río Tinto (1968) y la absorción de Río Gulf (1973), que configuraron la identidad básica del grupo que sería Unión de Explosivos Río Tinto, S.A. (ERT), entidad en la que Calvo-Sotelo fue consejero delegado (1970-1975) hasta su nombramiento como ministro de Comercio en el primer Gobierno de la Monarquía.

En el consejo de ERT, Calvo-Sotelo se sentó junto a su tío Bustelo, Alberto Oliart (luego, ministro de Defensa con UCD) y Gregorio López Bravo. Su gestión al frente del grupo fue ininterrumpida, ya que no lo abandonó cuando accedió a la Presidencia de Renfe (1967-1968, nombrado por su amigo Federico Silva Muñoz, entonces ministro de Obras Públicas, y donde sentó a su lado a Alberto Oliart como director financiero).


Monarquía y reformismo franquista

Sus antecedentes monárquicos tuvieron como mentor a su tío paterno, Joaquín Calvo Sotelo y se concretaron en relaciones como la de Jacobo Cano, abogado propagandista y ex director del Colegio Mayor San Pablo que aglutinó en torno a sí una serie de personas decididas a que Don Juan Carlos fuera Rey de España y que fueron prácticamente las mismas que, años más tarde, integraron el primer Gobierno de la Monarquía.

La opción juancarlista fue inmediatamente adoptada por Leopoldo Calvo-Sotelo, lo que le llevó a chocar con grupos monárquicos antes de que don Juan Carlos fuera nombrado “Príncipe de España a título de Rey” (1969). Sin embargo, y pese a esa trayectoria, a Calvo-Sotelo no se le adjudicaron nunca las relaciones privilegiadas con la Corona que configuraron a los considerados como “hombres de La Zarzuela”.

Aunque monárquico convencido, su deseo de colaborar y jugar políticamente con el franquismo definió su figura en el contexto de los círculos reformistas de la época. Entre el abanico de nombres que se movían en los ambientes monárquicos y de la ACN de P –Silva Muñoz, Enrique de la Mata, Ruiz Navarro, Álvarez de Miranda, José María Ruiz Gallardón, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja y Gonzalo Fernández de la Mora, entre otros–, los amigos Osorio y Calvo-Sotelo destacaron por su voluntad colaboracionista que les llevó a participar en las llamadas ‘cenas de los nueve’, bajo el patrocinio implícito de personajes como el cardenal Herrera o Martín Artajo.

De hecho, tanto Osorio como Calvo-Sotelo intentaron un primer salto a la política activa, concurriendo a las elecciones para procuradores por el tercio familiar en la IX legislatura (1967). Osorio fue derrotado en Santander y Calvo-Sotelo se estrelló en Lugo ante las maniobras de Rosón y Antonio Carro (Calvo-Sotelo no se sentaría en las Cortes franquistas hasta 1975, cuando fue designado procurador sindical en representación de los empresarios de Industrias Químicas).

Pero el mismo año de su fracaso en las Cortes entró como técnico en la vida pública de la mano de su principal mentor y gran amigo personal en aquellos tiempos, el propagandista Federico Silva Muñoz, entonces ministro de Obras Públicas, que lo nombró, como ya se ha dicho, presidente de Renfe (1967-1968, le sucedió Alfonso Osorio). Renfe le supuso la posibilidad de aproximarse a Franco (al que entregó el primer billete inaugural de la línea de ferrocarril Madrid-Burgos) y, sin interrumpir su gestión en la empresa privada, le abrió las puertas para una serie de cargos relacionados con la planificación del desarrollo que orquestaba el opusdeísta Laureano López Rodó: presidió la Subcomisión de Industrias Químicas Básicas del II Plan de Desarrollo, dirigió el grupo de trabajo sobre localización industrial en el III Plan de Desarrollo, presidió la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Galicia (SODIGA, 1972) y fue vocal del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación (1975).

La crisis política desatada con el estallido del escándalo Matesa condujo a la dimisión de Silva como ministro de Obras Públicas (1970), pero dio pie a un relanzamiento de los movimientos reformistas. En ese contexto, se celebró una cena privada en casa de Calvo-Sotelo a la que asistieron Silva, Pío Cabanillas, Alfonso Osorio, Manuel Fraga y Pedro Areitio, entre otros. Silva se mostró reticente ante las ofertas de sus contertulios para llevar el liderazgo del movimiento reformista, pese a que incluso Fraga aceptaba su jefatura. Días después, Silva aceptó la Presidencia de Campsa, lo que resultó esclarecedor e implicó la ruptura definitiva de Calvo-Sotelo y de Osorio con Silva.

Así lo han recordado tanto Osorio en su libro “Trayectoria política de un ministro de la corona”, como Manuel Fraga, quien en su “Memoria breve de una vida pública” anota cómo Calvo-Sotelo se iba “separando de monseñor”, alias burlón con el que el líder de lo que luego sería Alianza Popular (AP) acostumbraba a designar a Federico Silva. La consecuencia más inmediata fue la consolidación del liderazgo de Fraga entre los reformistas y la consiguiente aproximación de Calvo-Sotelo al político de Villalba, con el que se entrevistó frecuentemente en Londres, cuando Fraga ostentó aquella Embajada.


Preparando la transición política

Así, junto a Fraga y en el parador de Santiago de Compostela, Calvo-Sotelo se integró (1975) en el consejo fundador de Fedisa, del que también formaron parte Pío Cabanillas, Álvarez de Miranda y Areilza con el objetivo de vertebrar un partido conservador que pilotara la evolución de la dictadura a una Monarquía democrática. Fraga propició entonces que su consocio Calvo-Sotelo consiguiera su primera cartera ministerial, la de Comercio, en el primer Gobierno de la Monarquía (Gobierno de Arias Navarro formado el 12.12.1975). A ese Gobierno se incorporaron también Suárez (como secretario general del Movimiento), Fraga (como vicepresidente del Gobierno para Interior y Gobernación), Osorio (como ministro de la Presidencia) y Areilza (como ministro de Asuntos Exteriores).

Calvo-Sotelo fue de los políticos reformistas que no le negaron colaboración a Suárez cuando el Rey lo nombró presidente del Gobierno (julio de 1976) e, incluso, se incorporó a su primer gabinete como ministro de Obras Públicas (1976). En ese sentido, no le afectó el resentimiento de Fraga, que aspiraba a ser sucesor de Arias Navarro y que se sintió defraudado por la maniobra orquestada por Torcuato Fernández Miranda para llevar al desconocido Adolfo Suárez a la Moncloa.

La caída de Arias Navarro

Calvo-Sotelo tendría un papel más que destacado en la caída de Arias Navarro, como dejó constancia en su diario José María de Areilza, conde de Motrico, otro de los que aspiraban a suceder, junto a Fraga, al último presidente del franquismo. El conde de Motrico resume de este modo la conversación que acababa de tener (11.3.1976) con el entonces ministro de Comercio: “Me plantea el tema: no hay otra solución que sustituir a Arias Navarro”. Dos meses más tarde, Areilza vuelve a escribir: “Calvo-Sotelo visitó al Rey y lo encontró irritado con Arias, pero dispuesto a que la operación no fuera inmediata, sino a más largo plazo. Mayo o junio. Primeros de junio”.

Arias dimitió por fin el 1.7.1976 y abrió las especulaciones sucesorias. Fraga creía contar con Calvo-Sotelo para ocupar el cargo, pero Osorio en su libro ya citado ofrece detalles esclarecedores sobre la personalidad de Calvo-Sotelo. En la noche del 2 de julio (un día después de la dimisión de Arias), cenaron en el Ministerio de Comercio Adolfo Suárez, Alfonso Osorio y Leopoldo Calvo-Sotelo, titular del Departamento, con sus respectivas esposas “y entonces”, escribe Osorio, “Calvo-Sotelo me comentó que sólo cabían dos posibilidades: Adolfo o tú” para la Presidencia del Gobierno. El Rey se decantó finalmente por Suárez.

No sólo eso: Calvo-Sotelo entró en el primer Gobierno Suárez como ministro de Obras Públicas de la mano de su amigo Osorio –que fue quien formó aquel Gabinete conocido despectivamente en medios periodísticos como “de penenes” o como el de “los amigos de Jacobo Cano” y que le supuso la ruptura de facto con Manuel Fraga.


La formación de UCD


Por encargo de Suárez, Calvo-Sotelo dejó la cartera ministerial para gestionar la formación de UCD (abril de 1977), hacer valer los intereses del presidente en la coalición y dirigir la campaña centrista en las primeras elecciones democráticas, que dieron el triunfo a Suárez. Calvo-Sotelo fue el encargado de gestionar los aspectos políticos que dieron origen a la UCD. Fue el hombre encargado de decir: “Bien sabéis que no soy una persona brusca, pero esta vez tiene que ser una excepción. Tenéis que firmar unos documentos que no son negociables”, a los convocados para firmar las actas constitucionales de la nueva coalición –que, en principio, iba a llamarse Unión de Centro, a secas– en la sede provisional de la calle Príncipe de Vergara de Madrid, aún llamada entonces del General Mola (3.5.1977).

Sobre su gestión en esa etapa se ha escrito: “Aquello fue una especie de capitulación a regañadientes, que comenzó con la espantada –y posterior regreso– de los grandes (Garrigues, Camuñas, Fernández Ordóñez, Álvarez de Miranda y Clavero Arévalo), furiosos al descubrirse concitados junto a personajes como Eurico de la Peña, Meilán Gil, Pérez Crespo, Enrique Sánchez de León, José Ramón Lasuén, García Madariaga, Enrique Larroque o Lorenzo Olarte, que habían jugado papeles marginales en la gestación del proyecto electoral. Las tensiones llegaron al límite, tres días más tarde, cuando Calvo-Sotelo citó en su casa a los jefes de fila, para leerles las listas electorales. Leopoldo no perdió los papeles frente a Fernández Ordóñez, cuando respondió con su sequedad característica: ‘Me alegro de haber colaborado contigo hasta aquí. Sabes que, como amigo, ésta siempre será tu casa’, a las protestas del socialdemócrata por la mala colocación en la lista de Madrid de su protegido Rafael Arias-Salgado. Pero estuvo a punto de perderlos frente a su amigo Pío Cabanillas, cuando le amenazó, irónico, con devolverle sus poderes. ‘Pues devuélvemelos’, replicó tajante un Calvo-Sotelo visiblemente exasperado por la sucesión de tensiones” (Diario 16, 18.2.1981).

Con todo, las elecciones fueron un éxito para UCD y para el propio Calvo-Sotelo, que en aquella época daba pasos significativos, como el fichaje de su segundo, Luis Sánchez Merlo, y el inicio de una relación estrecha y plenamente vigente con José Pedro Pérez-Llorca. Fue diputado por Madrid en la legislatura constituyente y portavoz-presidente del grupo parlamentario centrista en el Congreso (1977/ febrero de 1978), ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas (febrero de 1978/ septiembre de 1980), vicepresidente segundo para Asuntos Económicos (septiembre de 1980/ febrero de 1981), en sustitución de Fernando Abril Martorell, y presidente del Gobierno (febrero de 1981/ diciembre de 1982), en sustitución de Adolfo Suárez.

Bajo el ruido de sables
Durante el acto de su investidura como presidente del Gobierno (23.2.1981) se produjo el asalto al Congreso de los Diputados por parte del entonces teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina, dando lugar al intento de Golpe de Estado del 23-F, el conocido como la ‘Conjura de los Necios’. Muchos años después (el 23.2.1996), durante la campaña electoral, acusó en la COPE al entonces presidente del Parlamento Catalán, Joan Reventós, y a otro dirigente del PSOE (al que no nombró, pero que se trataba sin duda de Enrique Múgica), de pretender en su día promover un “golpe blando” contra Adolfo Suárez. Señaló que en una cena anterior al 23.2.1981, celebrada en Lérida y en la que participaron estos dirigentes del PSOE, se ofreció la presidencia del gobierno al general Alfonso Armada, “que iba a ser muy pronto uno de los golpistas más ilustres de la historia de España”.

Como presidente del Gobierno, decidió la entrada de España en la OTAN y, además de una serie de medidas legislativas polémicas, puso en marcha la famosa Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA), muy seriamente contestada por el nacionalismo vasco y catalán, pero que tenía por sentido racionalizar el proceso autonómico para evitar suspicacias militares.

Tras la derrota electoral que supuso el final de UCD (octubre de 1982), trabajó mano a mano en La Moncloa con el socialista Felipe González para preparar el traspaso de poderes. Calvo-Sotelo volvió entonces a la vida empresarial: Vespa y Banco Hispano, con una leve incursión parlamentaria al abandonar Landelino Lavilla Alsina su escaño en el Congreso (1983).

Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo ha dejado una importante obra impresa. Entre otros, es autor de los siguientes libros: “Cinco lustros apenas: 25 años de economía y sociedad españolas” (2005); “Conversaciones con Leopoldo Calvo-Sotelo” (1982); “Europa, un continente por descubrir” (1982, con Jean-François Deniau); “Discursos e intervenciones públicas del Presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo” (1982); “Leopoldo Calvo-Sotelo: un presidente de transición (1981-1982)” (2002, con Victoria Prego); “Papeles de un cesante: la política desde la barrera” (1999), “Pláticas de familia (1878-2003)” (2003).

También han quedado impresos –y pueden consultarse en la Biblioteca Nacional- algunos de sus más importantes discursos, como “Discurso ante el Consejo Político de Unión de Centro Democrático, Madrid 21-11-1981”, “Discurso de investidura: Congreso de los Diputados el 19-2-1981”, “Intervención de Leopoldo Calvo-Sotelo en el debate del estado de la nación: Madrid, 16 de octubre de 1985”, “Intervención de Leopoldo Calvo-Sotelo en el debate sobre paz y seguridad, Madrid, 5 de febrero de 1986”, o la “Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago” de 1982.

Leopoldo Calvo-Sotelo ha sido diputado de UCD por Madrid en las Legislaturas Constituyente (1977-1979), I (1979-1982) y II (1982-1986, en la que accedió al escaño el 19.9.1983 en sustitución de Landelino Lavilla, quien se había presentado como cabeza de lista por Madrid).

(*) Del libro “Atlas de la Democracia Parlamentaria Española / Quién es Quién: Sus Señorías los Diputados”, de Manuel Ángel Menéndez e Ignacio Fontes, Ediciones Foca. Madrid, 2002

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