Unos resultados tan abiertos auguran un paulatino ascenso de la temperatura política en el País Vasco

Las ejecutivas de los partidos se reúnen para fijar criterios

En los próximos días, podremos ver las estrategias que va a desarrollar el PNV, ganador de las elecciones pero sin la mayoría suficiente para que su candidato, Juan José Ibarretxe, pueda renovar en la Lehendakaritza. Aunque Ibarretxe ya anunció anoche mismo que, como ganador de los comicios, le corresponde tomar la iniciativa para tratar de formar gobierno y que no va a renunciar a ello. Otra cosa es que, al final de su ronda negociadora, no tenga garantizada una mayoría suficiente y tenga que dejar paso a los socialistas. Precisamente, Patxi López,  sabiéndose en posesión de la llave que abre las puertas de Ajuria Enea, también anunció ayer a la noche que no va a renunciar a ser lehendakari. Para ello está obligado a asegurarse los apoyos del PP vasco, de Antonio Basagoiti, y el escaño de la UPD, de Rosa Díez. Tanto Basagoiti como Rosa Díez han expresado su disposición a negociar sus apoyos al candidato de los socialistas vascos.
 
Ibarretxe tomará la iniciativa y hablará con todos los partidos

Así las cosas, llama la atención que, tras la amarga victoria cosechada ayer, el PNV e Ibarretxe, cuyos resultados y los de sus socios no le garantizan la reelección, hayan comenzado ya a  demonizar un posible acuerdo de investidura entre el PSE, el PP vasco y UPD para llevar a López hasta Ajuria Enea. Algunos destacados dirigentes del PNV, su senador Iñaki Anasagasti, y los medios de comunicación que les son afines, se han lanzado de lleno a descalificar un acuerdo entre estos tres partidos, al que etiquetan  de frentista y antinatura y anuncian- es una tradición en el nacionalismo gobernante- todo tipo de desastres para Euskadi si el PNV pasa a la oposición y el bueno de Ibarretxe tiene que encargar la mudanza. 

Cuanto antes se clarifique el panorama político mejor

Empieza a hacerse patente, y apenas han pasado unas horas de la confirmación de la debacle, que la presión a la que se va a someter a la sociedad vasca en los próximos días y semanas va a ser como nunca, y sin parangón. Y es que, en treinta años, es la primera vez que los del peneuve se ven amenazados de desalojo del Gobierno vasco, y encima por desahucio. Y claro, la peña no está preparada. Por eso es deseable que los partidos se pronuncien alto y claro lo antes posible sobre sus verdaderas intenciones y las condiciones a las que aspiran para llegar a pactos. De lo contrario, nos esperan semanas de verdadero desgarro hasta que el nuevo Parlamento ya constituido celebre su sesión plenaria de investidura del nuevo lehendakari.