'Padre Carlos, el rey pescador': cuestión de fe

El joven Mugica estudia, se ordena sacerdote y, aunque sus antecedentes familiares parecían abocarle a ser un cura con tendencia al conservadurismo, su conciencia social y política brotan imparables tras el clamoroso silencio de la iglesia argentina a raíz del bombardeo de la Plaza de Mayo en 1955, en donde murieron más de trescientas personas. A partir de ahí, el padre Carlos opta por esa corriente eclesial surgida en torno al Vaticano II que se extendió por América Latina como la pólvora: la teología de la liberación, la apuesta decidida y radical de un buen número de sacerdotes y teólogos latinoamericanos por los más desfavorecidos, los perdedores, los parias (“...Yo puedo mirar a la cara al hermano necesitado y sentir que no le debo nada…”).

Hace ya cuatro años, Cristina Escofet escribió un texto dramático inspirado en la vida de Carlos Mugica, que tituló ‘Padre Carlos, el rey pescador’, que muy pronto se convirtió en montaje teatral bajo la dirección de José María Paolantonio, e interpretado por Pablo Razuk. En estos años de periplo ininterrumpido de representaciones, el montaje se ha hecho acreedor de varios premios, ha recorrido buena parte de Argentina, y ha sido representado también en la sede de la Unesco en París, y en Roma y el mismo Vaticano ante el Papa Francisco. Ahora ha llegado a Madrid donde ha podido verse los días 23, 29 y 30 de septiembre en el Umbral de Primavera, y en Barcelona, el 2 de octubre en el Antic Teatre.

Con indudable fuerza interpretativa, Pablo Razuk construye un Padre Carlos lleno de decisión, de dudas, de pasión y hasta de contradicciones (“Soy sacerdote, pero también soy hombre…”), en una interpretación muy física, y con extraordinario dominio de la voz. La escenografía la constituye apenas una mesa, un par de sillas y una escalera de varios peldaños, elementos todos que lo mismo sirven de púlpito que de mesa de trabajo, lugar de oración o altar donde celebrar la misa. No es necesario mayor atrezzo para contar durante hora y media las vicisitudes personales del sacerdote argentino, en un contexto social y político determinado, el de la Argentina de los años 60 y 70, que fue el periodo en donde Carlos Mugica llevó a cabo su inmensa labor en pro de sus paisanos más desfavorecidos, hasta que fue asesinado a la salida de la capilla de San Francisco Solano, después de decir misa, acribillado a balazos por un integrante de la triple A, grupo terrorista de extrema derecha.

La música compuesta expresamente para la historia, de Sergio Alem y Raúl Oliveira, intensifica la emoción y el desgarro del relato. Aunque en otras representaciones es interpretada en directo por Miguel Ángel Gómiz (violoncello) y Sol Ajuria (voz), en esta ocasión el instrumento estaba grabado y fue solo la voz angelical de Sol quien, surgiendo siempre desde las sombras para ganar pausadamente el escenario, tensó el relato para permitir que las emociones aún se removieran más en el pecho del espectador.

La función, aún teniendo a un hombre de Dios en el fondo de la historia, no está dirigida únicamente a personas creyentes, sino para todo aquel que guste del teatro y de quien sepa ver que las creencias, las ideas sociales o políticas, lejos de separar a los hombres buenos, les hacen identificarse y más aún en estos tiempos de zozobra y confusión que parecen haberse instalado en el mundo por más tiempo del necesario.

‘Padre Carlos, el rey pescador’

Texto: Cristina Escofet

Dirección: José María Paolantonio

Intérprete: Pablo Razuk

Producción: Korinthio Teatro Producciones y Doc Producciones

Productor de la Gira: Cristián Razuk

El Umbral de Primavera, Madrid.

Tráiler: www.youtube.com/watch?v=CnIovaB1Hi0