Tras la novillada del sábado, tuvo lugar el primer “plato fuerte” de la Feria con los toros de Victorino Martín. Y la puesta de largo del coso valenciano, tras un parón de dos años. En el cartel una ganadería que habitualmente ofrece espectáculo, pero esta vez no fue así. Impecablemente presentados los toros, pero pura fachada: decepcionaron. Algunos endebles, generalmente nobles, y una alimaña (la res que únicamente recordó el hierro que portaba) el sexto.
Un espectáculo como el taurino, no puede prolongarse casi hasta las tres horas (¡ni que fuera un partido de la NBA!) y en condiciones que no siempre son cómodas. Precisamente las corridas de Victorino no suelen sobrepasar las dos horas, porque exigen mucho, y hay que hacerles las cosas rápido, para que no aprendan...Añádanle a eso el frio a partir de mediado el festejo, y siete avisos que hicieron sonar los clarines. Destacó en la terna un dispuesto Daniel Luque, que consiguió la única oreja de la tarde.
Antonio Ferrera venía avalado por una notorio triunfo hacía una semana en Olivenza, y precisamente con la divisa de Albaserrada. Lució un percal sedoso y de color azul purísima. El primer toro fue dejado de largo por el matador para el caballo, y apenas tuvo un pase en el último tercio. No obstante, echamos en faltar ver las innegables dotes lidiadoras de Ferrera, que cortó por lo sano tras breves probaturas. En el cuarto anduvo más efectista que otra cosa, aunque pudo anotarse en su haber una buena tanda de naturales (la tercera) que fue la mano que utilizó inicialmente. Prolongó excesivamente la faena (al igual que sus compañeros de terna).
Daniel Luque ofreció unas bellas verónicas bajando las manos a su primero, pero ante su invalidez el toro fue sustituido. Con el segundo bis de Victorino (645 kilos) anduvo sobrado y dispuesto. Muy firme, ante un toro que se quedaba corto, y en consecuencia rebañaba. Con las ideas muy claras anduvo el de Gerena. Sólo recriminarle el acabar algunas tandas agarrado a los costillares del toro. Estocada contraria y en buen sitio (la única solvente de la tarde).Ante el parado quinto, de medias arrancadas, anduvo porfión, encimista, y descarándose con la res, en una faena exageradamente larga, con arrimón final. Tuvo mérito su pundonorosa labor.
El público estuvo desde el primer momento con el valenciano Román (que “jugaba en casa”) y pudo haber cortado una oreja, al menos en su primero. Pero la cruz de su tarde fue la espada, fallando reiteradamente, y escuchando dos avisos en su primero, y otro en el sexto. El tercer toro apenas se movía y se inventó la faena, dejando muchas pausas entre las tandas y toreando con cierto temple. No pudo con el sexto, el más complicado del festejo, orientado y con el que anduvo a la deriva y embarullado. Lo brindó a Eloy Cavazos, sentado en un tendido bajo junto a El Soro.
Entre la tediosa tarde destacar la buena labor de los subalternos, especialmente un Fernando Sánchez que citó con majeza, yendo andando hacia el toro para clavar en lo alto, teniendo que desmonterarse en el primer astado del festejo.
Ficha.
Toros de Victorino Martín: flojos, sosos y noblotes. Complicados primero y sexto.Cumplieron en el caballo.
Antonio Ferrera:silencio y ovación (aviso); Daniel Luque: oreja (aviso) y ovación desde el tercio (aviso); Román: ovación (dos avisos) y silencio (dos avisos)
Entrada: más de media (11.000 personas)
Cuadrillas: destacaron Fernando Sánchez, José Chacón, César Fernández, Javier Valdeoro, y Raúl Caricol.
Si (
No(
