La primera ministra británica, Liz Truss, ha empezado su mandato con desafíos muy complejos, especialmente en materia económica.
Tal es la presión, que al ministro de economía que nombró nada más llegar al cargo, Kwasi Kwarteng, le relevó hace pocos días como cabeza de turco tras las quejas por su reforma fiscal.
El país, al igual que gran parte de Europa y del mundo, se encuentra sumido en una crisis económica por las consecuencias de la guerra de Ucrania y tras la dimisión forzada de Boris Johnson, Truss asumió el cargo y se puso a los mandos.
Su reforma fiscal no fue bien recibida y tuvo que rectificar (además de relevar a su ministro). Este domingo se ha reunido con el nuevo ministro de Economía que ha puesto al frente, Jeremy Hunt, para preparar la estrategia a seguir.
Quejas dentro del propio partido
Además de la complicada situación del país a la que tiene que hacer frente Truss, se suma también la tensión dentro de sus propias filas.
Y es que los tories no apoyan en bloque a la nueva primera ministra e incluso algunos ya han pedido su dimisión.
El nuevo ministro de economía ya ha anticipado que vienen tiempos complicados y que desde su cartera "se van a tomar decisiones muy difíciles" para controlar la deuda pública.
"El gasto público no va a aumentar tanto como esperaba la gente y vamos a pedir a todos los departamentos que busquen cómo ahorrar. Y los impuestos no bajarán tan rápido como se preveía", ha subrayado para ir mentalizando a la ciudadanía.
Ha descartado que las medidas vayan a ser tan austeras como las que impuso David Cameron en 2010 y que "hará todo lo posible" para proteger a las familias, aunque todo está sobre la mesa y de momento no ha querido descartar nada.
Si (
No(
